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Recomendaciones de networking para introvertidos

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Una escena introvertida

Hace unos meses vi una llamada perdida en mi teléfono. Era de una persona con la que había trabajado en el pasado. Y cuando digo en el pasado, hablo de mínimo 15 años. No habíamos tenido más contacto desde entonces. Me extrañó, pero le devolví un whatsapp: «hola, he visto tu llamada». «Sí, me gustaría hablar contigo de un tema». Y quedamos en hablar los días siguientes.

La llamada se produjo. Hicimos un breve intercambio de «cómo te va», y sacó el tema. «Necesito que me ayudes con una cosa, no sé si me puedes poner en contacto con menganito que he visto que estáis conectados en LinkedIn». Ok, vale, lo hice. Y según pasaban los días, yo pensaba que «en mi vida se me habría ocurrido llamar a alguien con quien hace 15 años que no tengo relación para pedirle nada».

Pero es que yo tengo ese punto de introversión / ansiedad social. Y para mí eso es una barrera que para otros no existe. Como resultado, hay «favores» que yo no consigo… principalmente porque ni siquiera los pido. Mientras que otros sí.

Otra escena introvertida

El evento iba bien. Las exposiciones estaban siendo interesantes, entretenidas. Llegó media mañana y «venga, hacemos un descanso para un café, 20 minutos». Y se me cerró el estómago.

Yo había ido allí solo. Y ese momento de revuelo en el descanso siempre, siempre, me resulta muy incómodo. Siento la presión de «tener que relacionarme», pero… ¿cómo? ¿simplemente me acerco a alguien y me pongo a hablar? ¿y de qué? Empiezas a deambular, te acercas donde el café… buscas un rinconcito donde estar… mientras ves cómo otras personas se van juntando en corrillos, se intercambian tarjetas, se sonríen amigablemente…

Menos mal que ya existen los móviles, y te puedes abstraer unos minutos.

Llegó la hora de volver al evento, y ya me pude relajar. Pero de nuevo, mientras las charlas vuelven a comenzar, te da por pensar que en esas situaciones podría haber ocasión de conocer gente nueva, gente interesante, gente que en el futuro podría ser fuente de oportunidades… y tú te las has perdido.

Qué es el networking, y por qué es importante

Podríamos definir «networking» como la capacidad de crear relaciones con otras personas, cuidarlas y mantenerlas a lo largo del tiempo, y apoyarse en ellas para tu desarrollo profesional. Es decir, tres componentes:

  • Crear relaciones: que sí, que a veces se crean solas. El compañero de colegio con el que te sientas día tras día, la persona que se incorpora a tu círculo de amigos, la gente con la que colaboras en un proyecto de trabajo… La vida nos ofrece algunas oportunidades para relacionarnos. Pero hay muchas otras personas a nuestro alrededor. Personas interesantes con quienes las cosas no simplemente «surgen», sino que hay que tomar la iniciativa.
  • Cuidarlas y mantenerlas a lo largo del tiempo: porque no es solo cuestión de «hacer contactos» o «coleccionar tarjetas», sino de que ese contacto se mantenga a lo largo del tiempo. Y de nuevo, en algunas ocasiones la vida lo facilita (frecuentáis los mismos círculos, os veis de forma natural con cierta frecuencia…) pero en muchas otras no. Y hay que tomar la iniciativa para que esos «conocidos» no regresen, más pronto que tarde, a su condición de «desconocidos».
  • Apoyarse en ellas para tu desarrollo profesional: a veces es pedir un favor. A veces, que te presenten a alguien. A veces simplemente que se acuerden de ti cuando les surja una oportunidad, o que le hablen de ti a un tercero. Hay muchas formas en las que tu red de contactos puede afectar de manera positiva a tu devenir profesional. Pero si no activas ese potencial… lo estarás perdiendo.

Creo que a estas alturas de la vida todo el mundo es consciente de que, para todo en la vida, es mucho más fácil ir de la mano de un conocido que «a puerta fría». Ya no es solo cuando tú estás persiguiendo activamente un objetivo; es que de forma natural surgen oportunidades, ideas, proyectos, colaboraciones… abundancia, al fin y al cabo.

Pero para eso hay que cuidar esa red de contactos como quien cuida las plantitas de un huerto. Hay que plantar las semillas. Hay que regarlas y cuidarlas mientras crecen. Y, si lo hacemos bien, con el tiempo podremos recoger algunos frutos. Pero si fallamos en cualquiera de las fases anteriores… ni hay fruto ni hay nada.

Y todo eso requiere acción. Por eso el networking para introvertidos es más complicado…

Los problemas de los introvertidos para el networking

Si tú eres introvertido/a, seguro que identificas con algunos de estos rasgos:

  • Te cuesta tomar la iniciativa para hablar con una persona desconocida (¡incluso con muchas conocidas!), mejor si la iniciativa la toman otros
  • Te incomoda estar en grupos grandes, prefieres conversaciones en grupos pequeños
  • Te agota la «charla superficial», disfrutas más cuando la conversación se pone más interesante
  • Te resulta difícil intervenir en una conversación cuando hay otros que la dominan
  • Te agobian los entornos llenos de estímulos, prefieres lugares tranquilos
  • Después de un rato de interacción social sientes que te agotas y que necesitas «recargar pilas»

Si lo piensas bien, ninguna de estas circunstancias es especialmente útil para el networking.

  • Como se te hace difícil tomar la iniciativa para acercarte a otros, quedas a expensas de que sean los demás quienes den ese primer paso. Y si no lo dan… nada.
  • Algunas oportunidades de conocer a mucha gente son precisamente esos eventos que a ti te incomodan, y en los que no te desenvuelves bien.
  • No estás a gusto con las conversaciones triviales, que muchas veces son un paso necesario antes de llegar a generar esas conversaciones más profundas que sí disfrutas… y eso te hace quedarte a medio camino.
  • El número de interacciones sociales que te apetece tener a lo largo del día es limitado, así que tu capacidad de hacer y cuidar contactos se resiente.

Y como resultado:

  • Te cruzas con muchas personas en tu vida a las que podrías llegar a conocer… pero que pasan de largo.
  • Te cuesta hacer progresar las relaciones que estableces y hacer que pasen de «conocidos» a «amigos».
  • Incluso a los que ya consideras «amigos» te da apuro pedirles cosas cuando las necesitas.

En definitiva: muchas cosas que podrían suceder en tu vida no suceden, porque tu red de contactos no es tan amplia y madura como podría ser.

Cómo hacer networking si eres introvertido o introvertida

No todo está perdido. Hay cosas que podemos hacer. Y no todas consisten en «salir de nuestra zona de confort», o de obligarnos a hacer cosas que nos incomodan. Porque resulta que los introvertidos también tenemos ventajas en nuestra forma de ser.

Y es que, si lo piensas bien, nuestra preferencia por relaciones más profundas hace que, una vez que alguien entra en nuestro «círculo de confianza», la relación sea más significativa. Cuando hablamos es para algo realmente importante. Nos gusta tener esos espacios de intimidad donde se fortalecen los vínculos. Conectamos. Y eso es muy importante cuando uno piensa en una «red de contactos».

Porque «red de contactos» no es simplemente que tienes un nombre y un teléfono. O que os seguís en redes sociales. Es que, llegado el caso, esos contactos moverían un dedo por ti. Y no todas las «relaciones superficiales» son así.

Así que, teniendo eso en cuenta, aquí van algunas recomendaciones de networking para introvertidos:

  • Usa a conocidos comunes: esas personas a las que ya conoces te pueden presentar a otras. Pueden tomar la iniciativa, incluso llevar el peso de la relación mientras tú vas ganando confianza y comodidad.
  • Usa otros canales: tienes el texto, el email. Canales asíncronos que reducen tu ansiedad y te permiten expresarte con calma y claridad.
  • Investiga primero: si sabes con quién te vas a juntar, intenta tener información previa. Su historia, sus proyectos, sus intereses. Es una forma de lanzar la conversación en un entorno cómodo para la otra persona, y hará que fluya más fácil.
  • Pregunta y escucha: a todos nos gusta mucho hablar de nosotros mismos, y sentir que resultamos interesantes para los demás. Así que sé tú esa persona que escucha lo que otra persona cuenta, que hace preguntas para profundizar, y que deja buen sabor de boca en el otro.
  • Ten preparada tu ru tina de conversación: hay algunas preguntas clásicas en busca de elementos compartidos (dónde has trabajado, qué has estudiado, tienes familia, etc…). Puedes sentir que son demasiado «artificiales», pero permiten iniciar una conversación sencilla y explorar puntos en común que te harán tener más comodidad.
  • Aprende unas cuantas anécdotas: utiliza experiencias de tu propia vida y aprende a contarlas como una historia, con su punto interesante, divertido… Practícalas en casa y así, cuando llegue el momento de tener esa fase de conversaciones «superficiales», tendrás recursos de los que tirar.
  • Ten preparadas escapatorias: algo tan sencillo como mirar el reloj y decir «perdona, tengo que dejarte que tengo que hacer una llamada». O cualquier otra fórmula que te permita dar por terminada una conversación cuando sientas que ya has tenido suficiente. Si ya le añades un «me ha encantado conocerte, me ha parec ido muy interesante lo que hemos hablado, me gustaría seguir profundizando», un intercambio de datos de contacto… quedas muy bien.
  • Mantente al día de la actividad de los otros, y aprovecha esa actividad para hacer un punto de contacto: si ves que alguien publica algo en redes sociales, haz un comentario. Si sabes que alguien se fue de vacaciones, pregúntale qué tal le fue. Si ves que alguien participa en un evento, deséale suerte.
  • Intenta aportar valor sin esperar nada a cambio: «leí esto y me acordé de ti», «vi este evento y pensé que podía interesarte», «estuve hablando con mi amigo Fulanito y me pareció que podría tener sentido que os conozcáis».

¿Y tú? ¿Tienes alguna táctica que te resulte útil?

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