Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


Redes sociales corporativas: por qué sí

El otro día estábamos viendo las posibilidades que tiene Sharepoint como herramienta multifunción de gestión del conocimiento. Una de las aplicaciones (bien sea a través de su desarrollo propio Newsfeed o del adquirido Yammer) es la posibilidad de establecer redes sociales corporativas: perfiles en los que se pueden publicar cosas, que van registrando tu actividad, y que son susceptibles de ser «seguidos» por otros perfiles. De esta forma, te puedes fabricar tu propia «red de información/interacción» dentro de la propia empresa a través de áreas, departamentos, localizaciones geográficas…
Me resultó muy curiosa la reacción de los presentes. Digamos que más de uno «arrugó el morro». Bien es verdad que la persona que estaba haciendo la presentación preguntó «¿alguien usa twitter?» y el único era yo, así que igual no era un público muy receptivo a priori. Pero me llamaron la atención los argumentos utilizados: «es que eso es un lío; anda que no tenemos ya bastante con las decenas de correos que recibimos al día» o «al final la gente acaba usando esas cosas para las tonterías, para quedar a tomar café y poco más» o «vamos a centrarnos en la gestión documental, que todo esto está muy bien pero en la oficina no».
A mí personalmente la idea de una «red social corporativa» me parece brutal. Dejando al margen que yo ya tenga recorrida mi «curva de aprendizaje» (y entiendo que para alguien «novato» pueda intimidar un poco), esa forma de tejer relaciones me parece que refleja muy bien la realidad de la organización informal. Porque por encima de que haya un organigrama, unas dependencias jerárquicas, unas categorías, una separación por áreas, departamentos, etc… (lo que se conoce como «organización formal»), todo el que haya vivido dentro de una empresa sabe que las cosas realmente funcionan por otros canales, los de la organización informal. Tú tienes afinidad con fulanito porque es del Atleti y habláis de fútbol en el café, tú conoces a menganita porque coincides echando el cigarro, tú te fías de zutanito porque cuando hace años estábais en la misma guerra te salvó el culo más de una vez, o sabes que el otro es un crack del Excel y te puede ayudar a resolver un problema puntual. Al final, cuando estás dentro de una organización, tú tienes identificadas a personas concretas de las que te fías, personas a quienes les concedes autoridad en un determinado tema, personas cuya opinión respetas, personas que siempre tiene información sólida, personas a quienes buscas cuando tienes un problema o una duda porque sabes que te van a ayudar… Y viceversa, tienes gente de la que no te fías ni un pelo, cuya opinión te resbala porque crees que es un patán, gente a la que simulas hacer caso por su rango o por educación pero que no deja ningún poso en ti…
Las redes sociales corporativas ayudan a dar cuerpo a esa realidad que ya existe de por sí. Poderte gestionar tu propio menú de información corporativa, seguir a quien consideres que te aporta valor sea de donde sea, de forma absolutamente orgánica, ampliando o reduciendo tus círculos en función de tus intereses, o de la evolución de tus fuentes…
Entiendo los miedos que puedan existir, pero no los comparto. Rechazar las redes sociales corporativas es hacer el avestruz; supone enterrar la cabeza en la tierra para así hacer como si esa organización informal no existiera. Pero existe, ha existido siempre y va a seguir existiendo. Y desde mi punto de vista, tiene mucha más importancia que la organización formal. Así que, siendo así… ¿por qué no sacarle partido, dando herramientas a las personas para su explotación y gestión?
Ay, a veces ser un «early-adopter» es un rollo.

7 comentarios en “Redes sociales corporativas: por qué sí”

  1. Compartiendo la esencia de lo que dices al 100%, se me ocurren algunas puntualizaciones basadas en gran medida en mi experiencia personal:
    – La red social corporativa debe coexistir e integrarse completamente con la principal herramienta de colaboración que usan las empresas: el correo electrónico.
    – Esta coexistencia debe permitir diferentes velocidades de adopción, de forma que tú, como usuario avanzado, tengas la posibilidad de reemplazar el correo electrónico con la red social, pero un usuario averso a priori a estos entornos pueda seguir comunicándose contigo por correo electrónico como venía haciendo hasta ahora, y esa coexistencia debe ser absolutamente transparente. Otra cosa llevará inexorablemente a los «yo es que ahí no entro», «pero ahí ¿quién entra?» o «yo para esas cosas no tengo tiempo».
    – Este tipo de proyectos acaban presentándose como «el Facebook corporativo». Error. En la cabeza de prácticamente todo el mundo Facebook=fotos de gatitos (o de cosas peores). Lo más alejado de lo profesional que nos puede venir a la cabeza. Yo le daría un nombre menos gráfico sin establecer comparaciones.
    – El principal argumento para la implantación desde mi punto de vista: hoy un porcentaje muy alto de las personas se comunican a través herramientas sociales en detrimento del correo electrónico que se está quedando casi en exclusiva para notificaciones y spam. Como empresa ¿vamos a comunicarnos como en el S.XXI o como en el S.XX?

    Responder
  2. Gracias, Alberto; como en los viejos tiempos 🙂
    Sin duda todo lo que dices es cierto. Ahora bien, creo que las redes sociales tienen mucho más de «broadcasting» (yo cuento mi vida, y el que quiera y cuando quiera que la mire) que de «comunicación/interacción» (que también se puede, pero no es el objetivo). En ese sentido, creo que el correo electrónico no cumple bien esa función…
    Y luego está la presunción (errónea) de que «correo electrónico=comunicación». Hay gente a la que le mandas un correo electrónico y es como si nada (porque tiene muchos, o porque directamente no te hace caso). Me acuerdo yo de la época de consultor, con las «newsletters corporativas de Chicago»… eran de borrado instantáneo 😀
    En fin, creo que email y redes pueden y deben convivir, ya que cada uno te da un matiz distinto. El problema es que en muchos sitios ahora sólo hay una de las dos, y para mí se queda muy cojo.

    Responder
  3. Hace unos pocos meses una compañera me comentaba las enormes reticencias de empleados a participar en este tipo de redes «internas».
    Estaban intentando alentar que la gente compartiera conocimiento técnico contrastado con la realidad de la experiencia de cliente, lo que ocurre día a día en la empresa un poco fuera de guidelines, etc. A pesar de incentivos y packs de premios varios, la peña se había mostrado totalmente refractaria a estas redes corporativas. Entre la forma que se les presentó la herramienta sonó la frase que ha dicho Alberto un comentario más arriba: «es como un Facebook interno».
    Como le expuse a la compañera, en mi humilde parecer, había una reticencia fundamental de entrada, no impeditiva pero sí muy frustrante: la red corporativa no es una manifestación orgánica y social fruto de una necesidad de comunicación de la gente que luego se vuelque en una herramienta llamada red corporativa X; en este caso es la empresa la que deseaba «documentar» el conocimiento que arrojase esa red corporativa y la que «impone» (quizá sea un verbo muy fuerte) el que hay hablar y compartir y que el correo ya no nos sirve para recaudar ese know-how que se nos va quedando, como dices Raúl, en el día a día de la organización informal.
    En las encuentas a empleados, constato expresiones que has mencionado en el artículo: «pérdida de tiempo», «falta de tiempo -en horas de trabajo- para alimentar esa red», «necesidad de formación sobre nuevas herramientas», etc.

    Responder
    • La imposición. El cáncer de las empresas. Nunca funcionará nada que sea impuesto. Lo que hay que hacer es tener «caza tendencias» que descubran qué cosas están sucediendo en la empresa, y poner a disposición de esos pioneros mejores herramientas.
      Pj una compañera comparte posts de un blog vía email… ¿no sería más útil tener un «twitter interno», o una newsletter con capacidad de suscribirse/desuscribirse? No le obligas a usarlo, pero le explicas cómo le puede beneficiar… y ahí plantas una semillita…

      Responder
  4. Supongo que sucedería lo que ya sucede en las redes sociales: habrían unos muy participativos e «influyentes» y otros que los seguirían. Habrían otros a los que no les interesaría para nada. Yo estaría entre estos últimos. Y sé usar las redes y estoy de acuerdo en que pueden ser útiles, pero tal como el fútbol no mola para todos, participar activamente en una red social de internet no es para mí.
    Dicho esto, podría funcionar si existen los incentivos adecuados y si además hay un buen porcentaje de los empleados al que le guste el broadcasting personal, como apuntaste arriba. Además habría que construir las reglas y organizar un equipo mínimo que vigile y se encargue de los trolls. Sin dejar de pensar en que si la organización es suficientemente grande, habrán algunos que comuniquen mejor o sean más adictos al broadcasting y que terminen por invertir más tiempo en ser cool en la red social de la empresa que en el trabajo, tal y como sucede con los blogs y redes sociales tradicionales. Sí, puede que se cree un mecanismo genial y el experimento sea buenísimo, pero hay que prepararse para tratar con sus efectos colaterales.
    No apuntas ningún caso conocido, por lo que asumo que si conoces alguno, debe ser un caso aislado.

    Responder
    • No conozco ningún caso «de éxito», al menos no de primera mano (y de los que leo por ahí tiendo a fiarme poco… la gente suele contar lo bueno y no lo malo).
      Sin duda todas las cosas que apuntas son posibles. Hombre, el tema del trolleo estaría más acotado (no habría «anonimato», cada uno tiene su perfil corporativo y es la única forma que tiene de acceder). Pero los distintos niveles de participación seguro que siguen el patrón de todas las redes (creo que era algo así como que 1% crea contenidos, 9% participa, 90% como mucho se limita a mirar). Pero es que igual sucede sin «redes sociales» de por medio: está el simpático y dicharachero que en todo participa y a todo se apunta, el tímido que le cuesta dar un paso al frente, o el «pasota» que es que ni le va ni le viene. Así que no son dinámicas diferentes.

      Responder
  5. Hola,
    Llego un poco tarde :-(, pero bueno, quería escribir sobre las reticencias a usarla o no una vez implantada. Yo estoy en una empresa en que existe y no hubo reticencias a usarla (aunque su uso ha decaído con el tiempo), y estuve en otra (digamos consultora grande) en que simplemente nadie la mira (y, en general, antes le cortas una mano a la gente antes de que escriban algo).
    Y digo yo, ¿no hay una componente de comodidad/incomodidad dentro de la empresa a la hora de usarla?
    Yo estoy en el sector TI, y en mi experiencia veo un poco eso, que si estás trabajando «a gusto», entendido esto como que en general los compañeros (de mayor y menor rango) saben lo que piensas, es decir, hablas con cierta libertad con todo el mundo, y también usas mas o menos todo lo que sabes en el trabajo, y los que se meten en el saben mas que tú del tema en general, pues parte de esta comunicación puede llegar a trasladarse a una red social. Si no, no.
    Y digo desde conversaciones mas o menos técnicas sobre como hacer tal o cual cosa para cierto cliente hasta iniciar discusiones sobre qué piensas sobre ciertas empresas/productos/funcionalidades que salen por ahí y que se podrían añadir a productos propios.
    Si hay comodidad hablando normalmente, bastará con que uno diga «oye escribe esto que me estás diciendo en la red social, que otros van a tener que usarlo dentro de nada», y el otro no tendrá inconveniente para escribirlo. Por el contrario, si uno cree que la forma en que tal persona dice de hacer tal cosa es una garrulada, y trata incluso de evitar preguntarle para poder hacerlo de la forma que le venga en gana, la oportunidad de traspasar ese conocimiento en la red, o de discutir posibilidades de hacerlo nunca se presentará, y si se presenta, posiblemente nadie responderá… y si de alguna manera se fuerza a la gente a participar… igual acaba aquello como el rosario de la aurora.
    Lo mismo se puede trasladar a conversaciones de otro tipo. Si como dices, dentro de la organización hay personas en las que confías, a las que les has otorgado autoridad sobre un tema, pero resulta que hay otras sobre las que tienes una opinión contraria, y se da que sobre un tema del que quieres hablar hay de los dos tipos de personas involucrados (con cargo o responsabilidad sobre el tema), difícilmente vas a hablar abiertamente en la red social sobre ese tema, en que ambos tipos de personas pueden estar impelidos a dar su opinión.
    Bueno, ahí lo dejo. Un saludo

    Responder

Deja un comentario