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Siete actitudes imprescindibles para aprender a aprender

Learning to learnUno de los elementos fundamentales cuando uno quiere aprender mejor es darse cuenta de que «aprender a aprender» es una habilidad en sí misma. Y como tal, tiene una serie de mecanismos que es bueno dominar para aprender aquello concreto que queríamos, pero que además nos abre la puerta a aprender cualquier otra cosa que nos planteemos.
De alguna manera, esta revelación nos permite elevarnos respecto al aprendizaje concreto en el que estábamos metidos, y nos abre la perspectiva sobre nuestro «rol de aprendiz«.
Hace unos años se llevó a cabo el proyecto «Learning2learn» a nivel europeo en el que se exploraba esta «meta-competencia». En uno de los documentos resultantes del proyecto (gracias a Juanda de LearningLegendario por la referencia), se plantean una serie de actitudes imprescindibles para ser un buen aprendiz:

  • Entender el aprendizaje más como un proceso que como un objetivo: porque al final, el aprendizaje no sale de la nada, sino que es el resultado de una cadena de acciones sobre las que podemos influir. Es ahí donde podemos concentrar nuestros esfuerzos.
  • Aceptar la responsabilidad propia sobre el proceso de aprendizaje: nosotros somos únicos; nuestro pasado, nuestras circunstancias, nuestros objetivos… y también somos nosotros quienes vamos a disfrutar/sufrir las consecuencias de lo que hagamos. Más nos vale asumir que debemos llevar el timón.
  • Ser consciente de tus propias preferencias respecto al aprendizaje: ¿cómo aprendo mejor? ¿Soy más de leer, de escuchar? ¿De trabajar solo o acompañado? ¿De explorar, o de ser guiado? Darse cuenta de todas esas cosas nos ayuda a tomar decisiones conscientes más adelante.
  • Ser capaz de planificar tu aprendizaje y valorar tus avances: si queremos que el aprendizaje sea eficaz, no podemos dejar que suceda de forma accidental y tácita. Tenemos que ser capaces de dirigirlo, aplicando lógica de gestión al proceso.
  • Ser capaz de observarse y evaluarse a uno mismo: verse desde fuera, abstraerse y analizarse con el menor sesgo posible, nos ayuda a dirigir de forma eficaz nuestro esfuerzo.
  • Autoconfianza para compartir el proceso con otros: porque el aspecto social del aprendizaje es relevante. Y aunque implica exponerse, y hacerse vulnerable, hay que afrontarlo con autoestima para poder extraer los frutos.
  • Dar y recibir feedback: dentro de ese componente social, debemos ser capaces de interactuar con los demás, ofreciendo nuestra opinión y a la vez escuchando y asimilando las ajenas.

En definitiva, «aprender a aprender» exige activarse uno mismo en ese rol de «aprendiz», y empezar a contemplar el aprendizaje como un proceso que exige sus propias reglas y formas de afrontarlo.

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