Enlazando con el tema del chikichiki y el Caprabo, leo que hay gente que opina distinto que yo. En esencia, la sanción es correcta, porque «las instalaciones de la empresa son para trabajar y los uniformes también», y se aboga por la existencia de códigos de conducta.
A mí, personalmente, los códigos de conducta me suenan a «guiaburros». A listado de «cosas que se pueden hacer, cosas que no se pueden hacer». Y no sólo no me gustan, sino que me parecen inadecuados. Que no funcionan. Porque la realidad del día a día proporciona muchas circunstancias que nunca van a estar recogidas ni en el más prolijo de los reglamentos.
Frente a los reglamentos, creo mucho más en los valores. Pocos, claros y, sobre todo, consistentes. Y, con todo el mundo conociendo esos valores, dejar actuar a las personas por sí mismas, sin las cortapisas de los reglamentos. Porque creo que las personas, cuando se les da la libertad de actuar es cuando explotan de verdad su potencial.
No se puede pedir a las personas entrega, dedicación, creatividad, motivación, «esfuerzos especiales»… y a la vez encajonarlas en un sinfin de reglamentos, órdenes, jerarquías y similares. Lo que se consigue así es que los individuos se ciñan a las órdenes, a los procedimientos, a las descripciones de puestos, a los códigos escritos… y que no muevan ni un dedo fuera de ahí (recuerdo un caso que me contaban de que una persona se negaba a coger el teléfono en su oficina «porque no lo ponía en su descripción de puesto»).
Por supuesto, en un entorno «difuso» como es el de los valores, siempre podemos encontrarnos casos «grises» que habrá que tratar individualmente. Podemos encontrar a «jetas» que intenten aprovecharse del sistema (pero esos también existen con reglamentos, ¿o no?), o incluso a personas que, sin «guiaburros», no sepan actuar. Pero creo que serán las excepciones, y como tales habrá que tratarlas («hire slow, fire fast«). En compensación, la gran mayoría de las personas se encontrarán en un entorno en el que es más fácil que surja su creatividad, su dedicación y su implicación.
PD.- Habrá quien diga que esto está muy bien para «profesionales del conocimiento», que en otros entornos hay que guiar con «mano de hierro». Niego la mayor. Hoy por hoy (y posiblemente siempre), en cualquier trabajo es necesario profesionales que aporten «algo más». No hay «mano de obra» así, sin más. Por muy manual que sea un trabajo, no son importantes las dos manos, sino el cerebro. Otra cosa es que sea más fácil gestionar «manos» que gestionar «cerebros». Pero si lo hacemos, entonces no pidamos a las «manos» que piensen. Tendremos un ejército de robots. Pero los robots no crean, los robots no deciden por sí mismos, los robots no se implican.