Hace unos días comentaba Javier: «A mi me encantaría poder completar los contenidos de Loogic con podcast y videos pero por un lado no voy muy bien de tiempo como para preparar ese tipo de contenidos y por otro aún no me siento cómodo delante de una cámara, las veces que me han grabado ultimamente me veo realmente mal«.
Lo cuál me llevó a dejar un comentario: «lamentablemente, cada uno tenemos nuestro perfil de comunicador (que además varía en función del medio), que no siempre está alineado con el interés de lo que uno tiene que decir. Hay supercracks que tienen cosas interesantes que decir y las dicen bien por escrito, en persona, en cámara… el resto tenemos que conformarnos (en el mejor de los casos) con una combinación reducida de eso.»
Y es que creo, sinceramente, que eso es una realidad. Son cosas distintas, y no necesariamente concurrentes, el tener una cosa que decir y el saberla decir correctamente. Y ese «saberla decir» no es lo mismo por escrito, que hablando, que en imágenes. Ni tampoco es igual dirigirse al colectivo de académicos que al colectivo de jóvenes. Cada medio y cada público requiere un perfil de comunicador distinto.
Cada uno tenemos unos talentos determinados. Que sí, se pueden trabajar. Pero esto me recuerda un poco al (mítico) PCFútbol donde los jugadores tenían unas característica indicadas con un número. Y sí, podían crecer con el tiempo. Pero las condiciones innatas eran las que marcaban el punto de inicio de ese trabajo y el potencial que se podía alcanzar con él.
Al final, más que aspirar a dominar todos los perfiles comunicadores, creo que es importante encontrar cuál es el nuestro y explotarlo. Y, a partir de ahí, si se quiere, ir fortaleciendo otros. Pero asumiendo que «comunicadores totales» hay muy pocos, son muy difíciles de encontrar y además, en mi opinión, tienen esas habilidades innatas por lo que tampoco merece la pena porfiar por pretender llegar hasta donde ellos porque, al final y por mucho que lo intentemos, ellos van a ganarnos siempre por varios cuerpos de ventaja.
Y ya decían los FunkyBusiness que en este mundo globalizado «the winner takes it all». O el segundo es el primero de los perdedores.