UPyD; no todos los votos son iguales

Sabía que iba a ocurrir ya desde el mismo momento en que me planteé votar UPyD. Sabía que mi voto iba a contar menos que el de otros votantes. Algo que me parece tremendamente injusto, y que debería llevar a cambiar el sistema electoral en España. Ahora, cuando ya está casi todo el pescado vendido y hay datos fehacientes, es el momento de ponerlo encima de la mesa.
Dicen que la democracia es lo de «un hombre, un voto». Y sí, es verdad, se cumple en nuestra democracia. Pero luego resulta que no todos los votos valen lo mismo, así que… ¿no todos los hombres valemos lo mismo? Yo no lo entiendo.
UPyD ha reunido, grosso modo, 300.000 votos en España. Ha conseguido 1 diputado. Ese diputado a Nafarroa Bai le ha costado la quinta parte de votos. Con prácticamente los mismos votos (unos 300.000), PNV ha conseguido 6 diputados. ERC, con menos votos (unos 280.000 votos), consigue el triple de diputados.
Honestamente, me parece una vergüenza. Este sistema es profundamente injusto, porque hace que mi voto valga menos que el de otros. E introduce un sesgo incomprensible, ya que provoca que los partidos que se presentan en toda España tengan una seria desventaja respecto a partidos que se presentan en un par de circunscripciones (normalmente, nacionalistas). Es decir, que el partido que se preocupa sólo «de lo suyo» está encima mejor tratado que el partido que se preocupa por «lo de todos».
Circunscripción única ya.

UPyD … ¿y por qué no?

Hoy en el Beers&Blogs ha estado Rosa Díez. Curioso, por cierto, que su presencia me haya generado infinitamente menos rechazo (vamos, nulo en realidad) que el que me generó la visita de Miguel Sebastián hace unos meses (y Rosa Díez no deja de ser una periodista política en campaña… aunque con menos gorilas y menos cohorte de periodistas). No sé, será que he asumido la normalidad de estas situaciones. O que Rosa Díez tiene su blog «de verdad» (y no uno de pinypon como el del candidato Sebastián). O que Rosa Díez me parece de largo mucho más honesta y menos dada a meramente «salir en la foto» (sensación que me ha confirmado en el rato que ha estado por allí). O pura incoherencia por mi parte, qué le vamos a hacer. Pero bueno, éste no es el tema, si no su partido, Unión, Progreso y Democracia (UPyD)
Se acercan las elecciones… y mi voto por decidir. Yo soy uno de ésos que, teniendo unas ciertas nociones políticas, no se casan con nadie a priori: PP o PSOE, he votado a los dos en el pasado. Y para ser honestos… no tengo ganas de votar a ninguno de ellos en esta ocasión. A unos porque me han dejado la amarga sensación de que no merecían la confianza que les dí, y a los otros porque no han hecho nada por recuperar la confianza que dejé de tener en ellos.
La abstención no es una opción. Y no por aquello de «si no votas, luego no te quejes» (que me parece un argumento ridículo), sino porque ya ha quedado demostrado que la abstención (a pesar de alcanzar unas cifras escandalosas, y cada vez peores) es algo que los políticos ni sienten ni padecen: aunque vote el 10% del electorado y el 90% se quede en casa, con ese 10% se hace el reparto de poder y a llenar el parlamento como si tal cosa, sin cuestionarse qué legitimidad pueden tener con esas cifras.
Creo firmemente que en España hace falta un tercer gran partido nacional. Un partido equilibrado ideológicamente, que rompa el binomio formado por unos PP y PSOE empeñados cada día más en convertir la política en una lucha «contra el otro» en vez de una pelea «a favor del ciudadano». Un partido con una cierta representatividad que haga el papel de árbitro en la lucha de poder y se lo quite a partidos de corte nacionalista que no se preocupan en absoluto del bien de todos los españoles, sino única y exclusivamente del de su región, y que sesgan de forma desproporcionada la acción de unos Gobiernos que se ven obligados, pactos mediante, a gobernar más a favor de unos españoles que de los demás.
Es evidente que la consolidación de una opción de estas características es difícil. Es una cuestión de historia (los grandes partidos tienen una masa de votantes ya hecha, un nuevo partido nace de cero), de recursos económicos (los partidos grandes parten con mucho dinero y una gran infraestructura para promocionarse, los pequeños no), de apoyo mediático (los medios apoyan a los partidos con posibilidad de gobernar: son los que luego les dan las noticias, y el dinero a través de innumerables campañas institucionales) y de una ley electoral que castiga a quien obtiene «muchos poquitos» frente a quien obtiene «pocos muchos» (ganar un diputado para un partido de corte nacional requiere muchos más votos porque quedan repartidos entre todas las provincias resultando insuficientes para ganar el diputado en esa provincia, aunque en conjunto sean muchos más votos que los que, concentrados en una única provincia y por lo tanto dando acceso a la plaza, puede recibir un partido de corte nacionalista).
Visto así, podría pensarse que el voto para UPyD es un voto «inútil». Pero quizás, por encima de conseguir representación parlamentaria o no, lo que está en juego es transmitir un mensaje. Mensaje de que hace falta alguien que ocupe ese espacio político. De que sobra crispación y falta equilibrio. Quizás si se juntan unos cuantos miles de votos alguien empiece a pensar que otra política es no sólo posible, sino también demandada por parte de la sociedad. Quizás con esos miles de votos se consiga poner el foco de atención sobre este germen de alternativa, se atraigan más recursos, más personas… y se le dé aire a la iniciativa para que dentro de otros cuatro años tenga más cuerpo y esté más cerca de jugar un papel más importante.
Así que… ¿por qué no?
PD.- Obviamente, no llego a estas conclusiones porque Rosa Díez haya ido al B&B. La alternativa de un partido nacional «distinto» es algo que siempre he manejado como idea atractiva, y me interesé por UPyD hace ya unos meses (incluso valorando, pero muy superficialmente, una posible afiliación). No cabe duda de que es un partido todavía por hacer, con muchos posicionamientos ideológicos por definir, en el que surgirán inevitablemente vicios propios de este tipo de organizaciones (luchas por el poder, ambiciones, tejemanejes, etc.)… pero hoy por hoy es, al menos, una alternativa distinta. A este PP ya lo conozco, y no me gusta. Y a este PSOE también, y tampoco me gusta.