Hay un verbo en inglés al que, vaya usted a saber por qué, le he cogido cariño. Se trata de «To hone«. Tiene varias acepciones, íntimamente relacionadas. Podemos traducirlo como «afilar«, y aplicarlo de forma estricta (afilar un cuchillo, una espada…), o en sentido figurado a una habilidad (en el sentido de perfeccionarla).
Ya solo con eso, sería una palabra bonita. Perfeccionar tus habilidades, tal y como mencionaba el otro día cuando hablaba de de luchar contra la inercia.
Y sin embargo, hay un matiz adicional que mi cerebro le ha añadido. Relaciono «hone» con «honor». No sé si etimológicamente tendrá alguna relación, sospecho que no. Pero sin embargo, en mi mente sí la tienen. Imagino al caballero medieval, o al samurai, sentado alrededor del fuego, con una piedra, afilando con esmero su espada, una y otra vez, hasta conseguir el filo perfecto. Mimándola. Dedicándole su tiempo y atención a tener sus «herramientas de trabajo» en perfecto estado de uso. Honrándolas. Reverenciándolas, conscientes de que su importancia.
Y si nos vamos a la segunda acepción, la que se relaciona con las habilidades (o, si nos ponemos bíblicos, con tus «talentos»)… «Hone your skills». Mejorarlas, perfeccionarlas. Pero también honrarlas, ser conscientes de su importancia, de lo afortunado que eres por tenerlas, dedicarles tiempo, cariño, respeto.
Honor.
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