Un sembrador fue a sembrar lo mejor de su semilla; parte caía en el surco, parte en la orilla. La primera daba fruto porque el agua la asistía, la segunda se agostaba y se moría. /Ni es culpa del sembrador, ni es culpa de la semilla, la culpa estaba en el hombre y en cómo la recibía
Ando últimamente pensando mucho en la parábola del sembrador (en la que está basada la canción de Palazón que refiero al inicio).
El sembrador suelta la semilla, y depende de dónde caiga fructifica o no. Si el terreno es yermo, de nada vale su esfuerzo. La cuestión es… ¿hay algo que pueda hacer el sembrador para que ese terreno sea más fértil? ¿hasta qué punto debe esforzarse en conseguirlo? ¿en qué momento debe decidir que más vale dedicarse a buscar otros terrenos mejores, en vez de empecinarse en sacar un pobre rendimiento a un pedregal?
Porque como diría José Mota, «si hay que sembrar se siembra, pero sembrar pa’ná es tontería»
Hola Raúl,
me gustan tus escritos porque siempre aportan algo para pensar, reflexionar, cambiar algo,…
En este caso,…planteas un caso difícil. Pero ya que «vamos por parábolas», sugeriría leer la parábola de la higuera estéril, (http://es.wikipedia.org/wiki/Parábola_de_la_higuera_sin_fruto), por si te sirve para tus cuestiones 1ª y 3ª: paciencia y plazo.
Un saludo y ¡muchas gracias!