Ayer, caminando por un polígono en Aranda, vi esta pintada: «Viva ETA».
«Un tonto con un spray», pensé.
Porque sí, puedes pensar que hay que ser tonto para escribir «viva ETA». Pero es que tontos los hay siempre, y tengámoslo claro, siempre los va a haber. Tontos objetivos (porque hay cosas que no admiten mucha discusión), y tontos subjetivos (que nos lo parecen a nosotros porque tienen unos puntos de vista incompatibles con los nuestros). Y que un tonto coja un spray y haga una pintada es muy sencillo. Como que escriba un tuit, o una columna en un periódico, o haga unas declaraciones a la prensa, o un chascarrillo a micrófono abierto…
Pero lo cierto es que no deja de ser un tonto con un spray.
A veces tengo la sensación de que le damos a los tontos con spray más importancia de la que tienen. Cogemos una declaración cualquiera, y le damos protagonismo, y viralidad, y la analizamos desde todos los puntos de vista posibles intentando sacarle punta, y nos indignamos, o acudimos en masa a lincharlo mientras otros lo defienden, y demandamos, y a veces incluso condenamos. Y así elevamos a categoría de relevante lo que no tiene relevancia ninguna. Supongo que es una forma de pasar el tiempo como otra cualquiera.