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Análisis y dramas humanos

Llevo con este tema en la cabeza desde hace un tiempo, y lo recuerdo cada vez que veo en los medios un «reportaje humano» en el que se centra la historia sobre personas concretas, de carne y hueso, y se nos narran sus miserias con nombres y apellidos. Puede ser una víctima de los bombardeos en Gaza, puede ser una familia con todos sus miembros en paro, puede ser un enganchado a las drogas, puede ser el afectado por un terrible error médico, o el que vive en un piso de 10 metros cuadrados, o los habitantes de un barrio marginal, o…
Personificar los dramas humanos tiene un indudable poder de comunicar emociones. Resulta difícil no empatizar con quienes sufren cualquier tipo de padecimiento. Y sin embargo, es una táctica engañosa porque se corre el riesgo de nublar la capacidad de análisis haciendo que se tome la parte por el todo.
Aunque suene frío e inhumano, los análisis tienen que evadirse de los dramas personales. Hay que ver números, tendencias, datos globales… para tener una visión equilibrada de la realidad.
«Detrás de los números hay personas», dirá alguno. «No son de mentira, existen». Claro que sí. El problema es que un drama personal puede sesgar la visión de la realidad, impidiendo que se tomen decisiones acertadas.
Claro, que bien lo saben esto en los medios de comunicación. Saben del poder del drama humano, y saben que siempre pueden encontrar a alguien que enfatice, a través de su experiencia personal, prácticamente cualquier postura que quieran promover; independientemente de que responda a una visión «objetiva» de la realidad o a una excepción. Y a partir de esa emoción comunicada, fabricar una corriente de opinión que sirva a sus intereses.

10 comentarios en “Análisis y dramas humanos”

  1. Pfff… hace ya mucho tiempo que escribí al respecto
    «Y sin embargo… al ser humano le gusta etiquetar. Etiquetar es fácil, y así es más sencillo interactuar con el entorno […] Ésa es una tendencia que puede conmigo. Porque, como ya he dicho, me resulta difícil adscribirme al 100% con ningún colectivo. Y por lo tanto, las etiquetas no me representan. Habrá algunas que se acerquen más, otras que ni de coña… pero ninguna al 100%. Por eso me frustra cuando la gente me trata de acuerdo a una etiqueta. Porque no tienen en cuenta únicamente lo que yo digo, lo que yo pienso, lo que yo hago, lo que yo creo… sino que además le añaden “lo que se supone” que digo, pienso, hago y creo de acuerdo a dicha etiqueta. Aunque tú nunca lo hayas dicho, pensado, hecho o creído […] Simplemente, eres un tal o un cual, porque esa es tu etiqueta, y punto.»
    Escribo mis opiniones. A veces coincido más con unos, otras veces coincido más con otros. No me siento identificado con nadie al 100%, tampoco me molesta que se aprecien similitudes porque a veces, efectivamente, las hay. Si te apetece llamarlo «tufillo» o colgarme una etiqueta… pues tú mismo, a mí me viene a dar igual. Me suele pasar que los «izquierdosos» me ven tirando a facha, y los «derechosos» tirando a rojo. Ya sabes, o conmigo o contra mí; y como no suelo estar con nadie al 100%…

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  2. Yo estoy de acuerdo con yu post, cada día hay tragedias y cada día una familia nueva no tendrá que comer, pero, ¿Cuántos son en realidad? un 1 por 10.000 de la población, ¿y los muy drogarictos, camellos o lo que sea?
    Realmente no se puede generalizar el todo por una mínima parte, sin embargo como hablar de cifras no interesa a los medios…
    PAsa siempre, si quieres decir que hay mucho de una cosa aunque no sea algo excesivo en realidad, hablas del total acumulado que suena mucho mayo que un porcentaje, pero si lo que quires es lo contrario pues tiras de porcentaje y diluyes un poco.
    La parcialidad de los medios, se supone, por desgracia y cada uno al final acude a conocer lo que menos le repele o más le atrae.

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  3. Si se trata de meter estopa al periodismo, apúntame.
    Trabajo prestando servicios a la administración de justicia y la tal carencia de medios es (y tengo visión global de toda una autonomía gorda) falsa. Bien es cierto que hay casos concretos que clama al cielo, pero la realidad es la que digo.
    Pues bien, existe una connivencia de intereses entre medios de comunicación, operadores judiciales y políticos con la consecuencia de que lo que se publica jamás es la verdad, ni el problema real, sino lo que interesa que se publique, ora al político, ora al director del medio de comunicación, ora al gremio de operadores jurídicos que se trate (de funcionarios a abogados).
    Y todo eso que se publica, es información recogida y muñida por chavales de menos de 30 años que jamás han intentado entender siquiera lo que representa el poder judicial, no leen un pimiento, no saben ni siquiera expresarse, no contrastan, no investigan, me juego la peluca a que no les gusta su trabajo a ni uno y hasta apostaría a que tú, Raúl, les das mil vueltas con tu cámara a la hora de fotografiar. Y lo que malescriben, se retuerce y se publica al gusto del que impulse la rueda esa vez.
    El periodismo habitual (excluyo los grandes profesionales, que son pocos) es de tan baja estofa que me produce vergüenza ajena.
    Y lo más triste de todo: la gente se cree informada porque lee prensa escrita. Y vota en consecuencia!!!

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  4. Acudir al «rollito EMO» es una fuente de atención segura para los medios. Y aunque el análisis de los hechos de que se nos informa debería ser personalísimo y empírico, todavía estamos en cierto modo aborregados y preferimos que nos den la información migadita y ya pasada por el prisma correspondiente: nos gusta más el formato «telenovela» del telediario que un boletín insulso leído de forma monótona.

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  5. Hombre, ni tanto ni tan calvo.
    Asco da la prensa rosa, amarilla y de colorines varios, cierto.
    Pero de ahí, a tratar a la gente como números… Paso de liarla con la ley de Godwin, pero ya nos entendemos!!
    Cuidado con las estadísticas y las medias, sí que hay que tener en cuenta que tratas con seres humanos y que sus problemas importan.

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  6. Pau: ¿importan? sí ¿podemos analizar la realidad en base a casos individuales? No. Y no se trata de «tratar a las personas como números». Se trata de que las decisiones racionales hay que hacerlas en base a criterios racionales. Si atendemos a «dramas humanos» estamos perdidos: apenas podríamos enfrentarnos a uno solo, como para hacerlo con todos los dramas humanos que existen.
    Cualquiera que se mueva en el ámbito del drama humano (los médicos, los terapeutas, los asistentes sociales, los cooperantes) te dirá que la única forma de hacer algo útil es «poner distancia», limitar la involucración emocional. Porque si lo haces, si sientes como propia cada muerte, cada angustia… la presión psicológica es abrumadora e inmovilizadora.
    De la misma manera, a la hora de realizar análisis y definir prioridades, si nos quedamos en el drama humano todo adquiere «importancia suprema». No queremos que nadie sufra. Pero como los recursos y las capacidades son limitadas, tenemos que elegir qué problemas resolvemos primero y cuáles resolvemos después. Y para priorizar hay que elevarse por encima del «drama humano» porque, en ese nivel, es imposible priorizar nada.
    Ejemplo ligado con el empleo: las circunstancias de una empresa indican que hay que echar a 10 tíos. Si no se hace, la empresa entrará en pérdidas y tendrá que cerrar más pronto que tarde (y todo el mundo a la calle). El drama humano de los despedidos es enorme: que si tienen hijos, que si es una putada, que a ver si no van a encontrar trabajo, que si… Si te fijas en el drama humano, te va a costar dios y ayuda tomar la decisión. Pero las decisiones hay que tomarlas, así que te tienes que «evadir» del drama humano para poder hacer lo que es necesario.
    Joder, pero si lo hacemos todos todos los días. Si no fuera así, cada vez que sale un niño muriéndose de hambre en África tendríamos que revolvernos en nuestro asiento, coger un avión y traerlo a España para alimentarlo nosotros mismos y salvarles la vida. Pero no lo hacemos. Les «cosificamos». No vemos al niño real (de hecho, igual directamente quitamos la televisión y hala, ya no existe), simplemente unas imágenes mientras comemos. En cuanto desaparece ya no hay drama, y podemos seguir viviendo nuestra vida acomodada tranquilamente. La muerte de niños en África es, para nosotros, un número, una estadística. ¿No son seres humanos? ¿No importan sus problemas?
    Lo importante no es que un señor se rocíe de gasolina porque el ayuntamiento de no sé dónde le debe no sé cuánto dinero. Lo importante es ver el importe total de la deuda acumulada por las Administraciones Públicas, ver a cuánta gente se le debe dinero, y cuál es el importe medio de ese dinero. Esos datos, esas estadísticas, esas medias… son las que nos permiten definir si es un problema al que tenemos que dedicar nuestra atención o si no lo es. ¿Que detrás hay x casos dramáticos? Seguro, como en casi todo. Pero o te elevas por encima de eso, o serás incapaz de acotar la realidad del problema.

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  7. Jajajaja, muy buen traído lo de la empresa 😉
    A ver, si yo te entiendo, y estoy de acuerdo, lo que me «falla» en tus planteamientos es que, como bien dices, «cosificamos», y está mal. Y creo que es importante no el drama humano amarillista, sino tener en cuenta las consecuencias de las decisiones sobre la gente, en plural. Supongo que básicamente estamos de acuerdo en el planteamiento último pero lo enfocamos desde puntos de vista diferentes.
    Que en realidad el fallo no es de tu planteamiento, sino de la aplicación del mismo, que siempre tropezamos en esa piedra (como género humano en conjunto, digo)

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