La falacia de la excepción

Hay argumentos que me hacen subirme por las paredes. Lamentablemente, están a la orden del día en demasiados ámbitos. En esta ocasión, me refiero a cuando se toma un caso absolutamente excepcional, y se presenta como ejemplo para un colectivo, trasladando una imagen absolutamente distorsionada de la realidad. Podemos pensar en las modelos de las revistas, en los «casos de estudio» que se «analizan» en muchos ámbitos de negocio, en los deportistas de élite, el grupo que «se dió a conocer en internet y ahora vende millones de copias» y otros argumentos dospuntoceristas…
La última que recuerdo fue cuando alguien hablaba de la película Paranormal Activity y decía «veis, gente del cine, cómo se pueden hacer películas por 7.000 dólares y ganar mucho dinero; poneos las pilas». Por supuesto, no dijo cuántas películas de 7.000 dólares no llegan ni a estrenarse, o son un auténtico fracaso, y que este caso estaba en el extremo más lejano de la curva de distribución normal. Cuando le dije que ese argumento era falaz… no respondió. Suele pasar.
Ahora estaba leyendo un artículo de un fotógrafo que «triunfa» en internet, que ganó 40.000 dólares vendiendo una foto a través de twitter… y el mensaje es «tú, si quieres, también puedes». No, mentira. Aunque pongas todo de tu parte, hay muchas probabilidades de que no llegues a emular a la excepción.
Por eso es tan importante el análisis riguroso de datos globales, tendencias, etc... por encima de la anécdota. Del mismo modo que en su momento decía que los dramas humanos no deben hacernos perder la perspectiva, tampoco las «historias de éxito» deben cegarnos, especialmente cuando hay tanta gente interesada en manipularnos con ellas.

Análisis y dramas humanos

Llevo con este tema en la cabeza desde hace un tiempo, y lo recuerdo cada vez que veo en los medios un «reportaje humano» en el que se centra la historia sobre personas concretas, de carne y hueso, y se nos narran sus miserias con nombres y apellidos. Puede ser una víctima de los bombardeos en Gaza, puede ser una familia con todos sus miembros en paro, puede ser un enganchado a las drogas, puede ser el afectado por un terrible error médico, o el que vive en un piso de 10 metros cuadrados, o los habitantes de un barrio marginal, o…
Personificar los dramas humanos tiene un indudable poder de comunicar emociones. Resulta difícil no empatizar con quienes sufren cualquier tipo de padecimiento. Y sin embargo, es una táctica engañosa porque se corre el riesgo de nublar la capacidad de análisis haciendo que se tome la parte por el todo.
Aunque suene frío e inhumano, los análisis tienen que evadirse de los dramas personales. Hay que ver números, tendencias, datos globales… para tener una visión equilibrada de la realidad.
«Detrás de los números hay personas», dirá alguno. «No son de mentira, existen». Claro que sí. El problema es que un drama personal puede sesgar la visión de la realidad, impidiendo que se tomen decisiones acertadas.
Claro, que bien lo saben esto en los medios de comunicación. Saben del poder del drama humano, y saben que siempre pueden encontrar a alguien que enfatice, a través de su experiencia personal, prácticamente cualquier postura que quieran promover; independientemente de que responda a una visión «objetiva» de la realidad o a una excepción. Y a partir de esa emoción comunicada, fabricar una corriente de opinión que sirva a sus intereses.

La broma de Wyoming y los inocentes perpetuos

Antecedentes:
«El intermedio» es un programa de laSexta presentado por El Gran Wyoming. «Más se perdió en Cuba» es un programa de Intereconomía presentado por… no sé quién, y viene a dar igual. El caso es que los últimos (tirando a «derechosos») y los primeros (tirando a «izquierdosos») llevan enzarzados durante un tiempo, despreciándose públicamente con más o menos gracia a base de videos y puyazos cruzados. Unos y otros se desprecian, fundamentalmente, por lo que representan: a los «derechosos» no les gustan los «izquierdosos», y viceversa (así nos luce el pelo, por cierto).
Los hechos:
Hace unos días, el programa «derechoso» publica un video aparentemente grabado con un móvil durante unos ensayos en el programa «izquierdoso», en el que el Wyoming echaba una descomunal bronca a una becaria. En internet se distribuye como la pólvora, se debate si será verdad o no… y resultó que no, que era una treta preparada por los «izquierdosos» para hacer quedar mal a los «derechosos» (en la que cayeron de boca, todo sea dicho de paso).
Mi conclusión:
No me ha gustado la historia. No tiene nada que ver con si unos son «izquierdosos» y otros «derechosos», ni con el propio contenido del video, ni en si es denigrante ni nada por el estilo sino por el nivel al que se ha llevado la manipulación. Como dicen en este comentario, «esto rompe una barrera y a partir de ahora todo vale. No os extrañe que nos encontremos revienta-programas cada dos por tres con el afan de ridiculizar al contrario.» Y me explico.
El argumento:
La justificación que han dado los de El Intermedio para todo esto era que querían «cazar» a los otros con un señuelo para demostrar que no verifican sus fuentes, que vaya periodistas que están hechos, etc. Y esto es lo que a mí no me gusta, porque me parece un argumento retorcible hasta límites insospechados.
Si nos ponemos a crear señuelos para que otros piquen, y tenemos recursos suficientes… podemos crear un señuelo tan grande como sea necesario. Imaginemos que «los otros» en vez de lanzarse a poner el video (babeando de gusto por haber «pillado» a su archienemigo) se dedican a contrastar fuentes (más allá de un video que están viendo con sus propios ojos, que ya es contrastar). Imaginemos que buscan a la becaria… y ésta, que está en el ajo, ¿qué va a decir? «Es verdad, me humilló, fue horrible», y a seguir engordando el señuelo. Vale, no es suficiente, sigamos contrastando. Wyoming no contesta al teléfono, pero sí el director del programa, que también está en el ajo, ¿qué va a decir? «Fue un momento difícil, pero Wyoming tiene ese caracter de vez en cuando»… Vale, imaginemos que tampoco aun así se da por válido, se contacta con los directivos de la cadena que dicen que «están pensando en tomar medidas contra Wyoming». En este punto deciden que la información está suficientemente contrastada y publican, y en ese momento salen todos los de laSexta (el Wyoming, la becaria, el director del programa, el directivo de la cadena…) diciendo «¡ah, era un montaje y habéis picado!»
No sé si se me entiende por dónde voy. Si el objetivo es crear un señuelo para que otros piquen, no hay sistema razonable de verificación de fuentes que lo detecte, porque por cada verificación se puede poner engordar un poquito más el señuelo metiendo a más gente en el ajo. ¿Cómo funcionan las bromas de «Inocente, Inocente»? Creando un entorno artificial en el que todo lo que rodea al «puteado» (el escenario, la gente que le rodea que en realidad son todos actores, incluso sus propios amigos que actúan de cebo) está preparado para engañarle. Cada vez que el «puteado» cree que eso «no puede ser verdad» y busca algo a lo que agarrarse… allí está el productor metiéndole el señuelo más adentro. Hasta que al final acaba rindiéndose a las «evidencias» y dando por válida la versión artificial. Es verdad, luego hay «inocentes» que tragan con cualquier chapuza, y otros más incrédulos. Pero si se hace bien (con buena planificación y buenos recursos) cualquiera acaba cayendo.
Por eso, todo este tema me parece «tramposo», y no vale para sacar conclusiones como muchos están haciendo sobre si unos verifican más y otros menos. Es verdad que en este caso los «derechosos» pecaron de pardillos a los que les perdieron sus ganas de «cazar» (qué casualidad, justo les llega a ellos nada más un video tan jugoso); pero estoy convencido de que si no lo hubieran aceptado de buenas a primeras, alguien de laSexta habría colgado el video en youtube, se hubiera difundido por internet, lo hubieran publicado… y les acusarían de lo mismo. Y si hubieran hecho más contraste, hubieran contactado con la becaria… etc. Da igual hasta dónde hubieran llevado sus cautelas, que los otros hubieran seguido engordando el señuelo hasta cazarles, porque ése era el objetivo. La pieza ha caído fácilmente, de otra forma hubiese costado más. Pero era sólo cuestión de ver hasta dónde estaban dispuestos a presionar.
Es una senda que me parece peligrosa. Si ponemos de moda el crear señuelos para «hacer gracia» (y no me cabe duda que hay brillantes creativos capaces de hacerlo con gran verosimilitud; y gente con recursos y contactos que permitan montarlos a lo grande) nos deslizamos a una especie de «día de los inocentes» perpetuo, donde hay que estar permanentemente desconfiando de todo (¿este video será verdad, o es montaje? ¿lo que me dice mi amigo será cierto o está compinchado también? etc.) El 28 de diciembre puede tener su gracia (aunque a mí nunca me lo ha hecho) porque suelen ser chorradillas sin malicia y además ya estás con la mosca detrás de la oreja. Pero si se hace con objetivos más «tocapelotas» en cualquier momento del año… mal vamos.

Confesiones de un periodista

Curiosa (por poco habitual) la confesión de Enric González en las páginas dominicales de El País (de hace un par de semanas):

En general, nos arreglamos con materiales aproximativos […] Manipulamos datos, impresiones e imágenes en bruto que generalmente ha obtenido alguien a quien no conocemos, y fabricamos algo más o menos verosímil

Quizás sea uno de los males del periodismo actual. La (probablemente necesaria) industrialización de los medios de comunicación provoca que los periodistas tengan que «montar» noticias a base de piezas sueltas (un teletipo por aquí, un par de noticias de archivo por allá, una foto de agencia por acullá…), haciendo uso de su buena (en ocasiones no tanto) voluntad y experiencia y conocimientos (con suerte) para darle una cierta coherencia al conjunto, aunque en ese proceso la noticia se aleje (en ocasiones demasiado) de la realidad.

Eso lo sabe cualquiera que, por una razón o por otra, haya salido en los papeles: apenas se reconoce en la «versión periodística» de sí mismo.

¿No os ha pasado que, cuando leeis en los periódicos algo sobre un tema que domináis, tenéis la sensación de que las noticias están cogidas, en el mejor de los casos, con alfileres? Yo siempre pienso que si lo hacen con este tema en concreto, probablemente lo estén haciendo con todos los demás. Lo cual me lleva a ver el periodismo con cada vez mayor distancia…

Manipulaciones "inocentes" en los medios

Calderón fotografía trucada

Se lo he visto a un par de personas en twitter (Mauro, Andrés). Im-presionado me he quedado. Alguien debió pensar que en el Calderón no había suficiente gente el otro día y que la foto quedaba fea… así que nada mejor que cogerse el Photoshop y clonar a parte del público una, dos y tres veces. Y hala, al periódico.
Lo que me enerva de este asunto no es lo burdo del montaje, o que un medio «serio» (si consideramos serio al As) haya permitido (o, en el peor de los casos) alentado esta engañifa. Lo peor es pensar cuántas veces nos lo harán cada día, cuanta información (visual y no visual) nos hacen pasar por verdadera, cuántos montajes se realizan en los medios con el único objetivo de manipularnos. Hoy es un inocente relleno de unas gradas vacías… ¿pero y si lo hacen con otras cosas más «serias»?

Curso de ética periodística para El País

Cuatro en El País

Cada día me generan más rechazo los medios de comunicación. Por parciales y partidistas. Porque dan la información que a ellos les interesa y como les interesa. No la que nos interesa a nosotros o como nos interesa a nosotros. Cada vez más, cuando veo la tele o leo un periódico u oigo la radio pienso… «¿Pero qué me narras?» Se les ve tanto el plumero…
Para muestra, un botón. El País publica hoy una noticia «La nueva temporada de Cuatro arranca con grandes sorpresas«. Y va uno y lee el interior… continúan Las Mañanas de Cuatro (igual que la temporada anterior), Channel Nº4 (igual que la temporada anterior), Noche Hache (igual que la temporada anterior). Los informativos siguen igual, con la diferencia de adelantarse media hora. ¿Los presentadores? Iñaki Gabilondo, Manu Carreño, Manolo Lama (los mismos de la temporada anterior). Vayamos a las series: nuevos capítulos de Las Vegas, Crossing Jordan, The Closer, House y Anatomía de Grey (mismas series que la temporada anterior). Otros programas: Callejeros (igual que la temporada anterior), Supermodelos 2007 (básicamente igual que Supermodelos 2006), Cuarto Milenio (igual que la temporada anterior).
¿Novedades? Una serie americana (KyleXY) y dos de producción nacional (Gominolas y Cuestión de Sexo). Esas son las «grandes sorpresas» con las que arranca una temporada en Cuatro que, por lo demás, es CALCADA de la temporada anterior. Pero oye, para El País (miembro de la misma empresa) es un notición, poco menos que revolucionario, estrenar 3 series.
Por dios, es que es tan burdo, tan lamentable… y esto es una muestra nada más, de cosas que pasan todos los días en todos los medios de comunicación de todas las tendencias existentes. Que nos toman por tontos.

La muerte mediática

Estos días estoy un poco alucinando con todo lo que se ha montado con la triste (¿no lo son todas?) muerte del jugador del Sevilla Antonio Puerta. La gente echada a la calle, los medios haciendo unas coberturas intensivas, elegías por doquier, el protagonismo en tertulias, blogs y similares…
La muerte de este chico es una lástima, por supuesto. Y hay elementos que hacen que el drama sea más «vendible» en los medios: el desmayo en directo ante las cámaras, lo joven que era, que era un canterano, la relevancia social del fútbol, el huérfano nonato que deja… todo ello detalles que contribuyen a vestir un hecho triste pero que, en mi opinión, no debería haberse convertido en un espectáculo mediático. Al fin y al cabo, es una persona que se murió y no creo que esta muerte sea más importante ni más relevante que decenas y centenares de muertes que se producen a diario y que merecerían tanta o más atención: hay gente más joven que muere víctima de enfermedades igualmente injustas o, lo que es peor, mal tratadas. Gente que muere en accidentes, o víctimas de violencia doméstica, o ateridos de frío en las calles en las que malviven, o ahogados en el alcohol y las drogas, o solos sin la compañía de ningún ser querido. Por no hablar de los que mueren en guerras injustas (¿hay alguna que sea justa?), o muertos de hambre en países olvidados, o víctimas de enfermedades desterradas en el primer mundo.
Por esos nadie pierde el tiempo, por esos nadie sale a la calle, esos no ocupan la portada de ningún informativo.
Soy consciente de que sueno demagógico, además de inoportuno. Que nadie me malinterprete: a mí también se me encoje el corazón cuando pienso en lo sucedido. Pero a veces creo que perdemos las referencias, y que invertimos las prioridades. Y que unos muertos importan más que otros.

¿Fetichismo de qué?

Fetichismo de mierda

En fin, no seré yo quien se escandalice a estas alturas de la vida… pero la verdad es que me ha sorprendido este titular de El País que hoy aparecía en su portada. Vale que uno luego lee la noticia y podría encajar la idea, pero está claro que la búsqueda de la atención del lector obliga a forzar cada día más los titulares para hacerlos más llamativos y generar el click, y… no sé, no sé, llamadme anticuado si quereis, pero me ha chocado.

El adios de Gomaespuma

Me lo avisaba Pepito en un comentario. También un amigo me mandó un SMS. Yo lo tenía en mente. Gomaespuma ponía fin a su etapa de las tardes en Onda Cero y abría un interrogante sobre su futuro en la radio después de 25 años.
Este es el video de los últimos minutos del último programa (espero que «de momento») de Gomaespuma. Los he tomado de su web (no es que faciliten mucho lo de compartir contenidos… espero que no les moleste que haya hecho esta captura!).

He de reconocer que se me ha escapado una lagrimita. Son muchos años teniéndoles como referencia. Hace siglos les escuchaba, en las madrugadas de Antena 3 cuando repetían su programa justo antes de la repetición de Supergarcía. Luego tuve una época gloriosa de despertarme con ellos en la Universidad cuando estaban en M80 por las mañanas, aunque también les repetían por la noche. En esta última etapa de Onda Cero, por cosas del trabajo, me resultó más difícil seguirles aunque siempre que me pillaban en el coche les sintonizaba. Queda pendiente mi idea de haberles ido a ver en directo en el estudio o en los programas que hacían por distintos sitios.
Cuando más me han enganchado no ha sido cuando han hecho humor puro (que también) sino cuando han aplicado su filtro a los comentarios de la actualidad. Porque ese filtro no estaba solamente hecho de humor, sino también de valores e ideales, de coherencia, de independencia. 25 años son muchos como para fingir, y a mí lo que me han transmitido a lo largo de estos años no es solo que sean buenos humoristas, sino que también son buena gente.
No creo que ni puedan ni que quieran retirarse. Seguirán con sus proyectos individuales y conjuntos (incluida la tienda de encurtidos y frutos secos… y de chuches!). De momento, estarán en Televisión Española. Espero que por mucho tiempo. Porque Gomaespuma es toda una marca, una institución, una forma de ver el mundo.
Gracias por estos 25 años.