La dimisión de Zidane como entrenador del Real Madrid, inesperada tras haber conquistado su tercera Champions consecutiva, me hizo recordar todas las veces que, a lo largo de mi carrera profesional, yo hice algo parecido.
Todo empezó en 1998, cuando rechacé prolongar durante el verano mis prácticas en una consultora. Luego vino el levantar la mano después de un proyecto QCHYA en 2003. Luego cuando dejé el camino de la consultoría corporativa al mirar hacia arriba y no gustarme lo que veía. También cuando dejé de escribir blogs comerciales, o cuando vi que no tenía sentido ser «responsable de servicios a empresas». O cuando planteé que no veía prolongar una relación con un cliente si no buscábamos otro enfoque.
Creo que cuando algo no fluye, se nota. Y sí, puedes dar pasos para intentar que fluya… pero muchas veces está claro que no hay forma de darle la vuelta a la situación. Y entonces creo que es mejor tomar decisiones, cuanto antes mejor. Incluso cuando supone «irse a tu casa», y afrontar la incertidumbre del qué vendrá después.
A lo largo del tiempo he visto mucha gente atrapada en la inercia. Situaciones de mucho desgaste diario, de estar hartos, de no ver la luz al final del túnel… y no hacer nada al respecto. La única perspectiva es aguantar un día más, hasta llegar a casa a descansar. Una semana más, hasta llegar el fin de semana. Un mes más, hasta que llegue la nómina. Un año más, hasta que lleguen las vacaciones. Y vuelta a empezar.
Se le da mucho valor a la incertidumbre, y muy poco al desgaste personal, profesional, relacional… que se genera en esos «minutos de la basura» (que a veces son «meses de la basura» o «años de la basura»). Paralizados ante la perspectiva de lo que vendrá después, la gente se abona al «más vale malo conocido…» y subsiste en un entorno cada vez más tóxico sin hacer nada para remediarlo. Esperando que otros tomen la decisión («a ver si me echan»), o que aparezca de forma mágica una alternativa.
No, a veces «irse como Zidane» no es factible. Hay facturas que pagar, y no se puede ir uno a su casa. Pero entre eso y la inacción completa hay mucho margen de maniobra.
PD.- Como ves, he añadido un episodio del podcast Diarios de un knowmad dedicado a este tema. Si te gusta, puedes suscribirte en iVoox y en iTunes, comentar, recomendar, compartir…
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No siempre es posible «marcharse a lo Zidane», tú mismo lo dejas claro hacia el final del artículo; la mayoría no somos capaces (las facturas, el miedo, la incertidumbre, …).
En mi trabajo lo veo cada semana, compañeros esperando que pasen los días, no ya para las vacaciones: esperando la jubilación. Un compañero me decía hace unos días, «este trabajo es una mierda, pero es MI mierda»: mejor esto que arriesgarse.
El mayor problema que veo es la parálisis mental autoinducida, se han convencido a sí mismos de que no hay alternativa, «dónde voy a ir con casi cincuenta años», y así se tragan cualquier trabajo tóxico.
Gracias por tu reflexión, es aire para mantener viva la esperanza.
Luis, para mí es importante «la vida real», y abrir la puerta a que una persona vea reflejados sus miedos, sus incertidumbres… en vez de mensajes «happy flower». Curiosamente, creo que esto tiene más capacidad de generar un cambio, porque los mensajes «happy flower» son fáciles de etiquetar y rechazar… mientras que si ofreces una visión más realista la gente puede empezar a explorar esos miedos (y no sentirse «idiota» por tenerlos), el impacto que tiene en su vida… y quizás desde ahí (y siempre si quiere, que para eso es su vida) tomar decisiones.
Pues oye, enhorabuena por haber podido hacerlo.
Hay un concepto muy interesante en negociación que se llama BATNA (Best Alternative To a Negociated Agreement), que viene a ser: «¿cual es la mejor alternativa que tengo a que este trato se realice?». Viene a simbolizar cual es el umbral mínimo que puedo aceptar en un trato, porque la alternativa de no llegar a ninguno es mejor.
Creo que en los trabajos también tenemos nuestro BATNA, o como lo queramos llamar. Es decir, ¿que alternativa tengo? ¿Qué umbral estoy dispuesto a tolerar porque tengo una alternativa que es mejor que eso?
Como profesionales creo que es importante tener una cierta idea de nuestro «valor de mercado» e invertir en saber cómo moverlo. También en mejorarlo. Quizá no puedas dejar un trabajo de «no pienso aguantar un minuto más, adiós», pero sí puedes moverte y buscar activamente, y en unos meses quizá tener una oportunidad mejor.
Aunque irme «por las bravas» lo he hecho sólo una vez, a mi me pasó que quise dar un empujón y me tiré 4-5 meses tanto preparándome como buscando, hasta encontrar algo. Como todo, es una habilidad que se entrena. Y, claro, la primera vez que se hace es más difícil que la tercera, o la cuarta.
El atarse a un único sitio de forma profesional, si se hace, al menos que sea con conocimiento de causa y que sea informado.
La alternativa, siempre la alternativa. Si no es inmediata, podemos hacer muchas cosas para mejorarla. Es absurdo plantearse una negociación cuando no tienes una alternativa que la respalde, pero también es absurdo quedarse sin hacer nada, porque entonces estás completamente a merced del otro.