De un tiempo a esta parte vengo observando el auge de un determinado tipo de publicaciones en internet. Publicaciones cuyo criterio editorial es básicamente inexistente. ¿De qué va esta publicación? Básicamente «de cualquier cosa con la que podamos atraer tráfico». Y haremos unos posts muy simpáticos, muy «virales». ¿Con chicha? ¿Con algún objetivo? Por dios, no, qué anticuado todo.
Y ya sabemos cómo es (cómo somos) «la gente». Lo que nos atrae, de forma mayoritaria, son mierdas varias. Así que produzcamos mierdas varias. Incluso los periódicos «serios» caen en esto: aparte de los rollos políticos, lo que importa es llenar bien la web de «artículos chorra» que traigan público, que den para ser compartidos. Carnaza para incautos a los que poder enchufarles la publicidad. Porque al fin y al cabo es de lo que se trata, de generar volumen (da igual el cómo) para venderlo al peso a los anunciantes.
Y como la gente somos como somos, pues ahí entramos como toretes al capote. Y contribuimos alegremente a su difusión (son contenidos diseñados para ser consumidos y compartidos con alegría, snacks de gratificación instantánea). Y gratis todo, claro, porque no estamos dispuestos a pagar por casi nada. Y así, entre unos y otros, conformamos un escenario en el que se prima la producción, el consumo y la distribución de mierdas.
Es difícil resistirse a este escenario. Hay incentivos económicos (los anunciantes lo que pagan es volumen… démosles volumen) y psicológicos. Nos «entra» mejor lo sencillo y banal («mira, otro video de gatitos»), y nos encanta que nos «folloween» y que «nos den al like», tener muchas visitas, refuerzo y reconocimiento social. ¿Vacío? Bueno, refuerzo al fin y al cabo.
Al final, como en tantas otras cosas (el consumismo, la «política de slogan», las «modas», etc…) la única opción que te queda es la de intentar seguir tu camino intentando no ser arrastrado por la corriente, trabajar la consciencia para darse cuenta de lo que hacen contigo y luchar contra tus propias tentaciones e incongruencias. Intentar hacer las cosas de otra manera, sabiendo que no puedes cambiar el mundo… pero que sí puedes cambiar tu mundo.
editorial
Sobre posts patrocinados y la contaminación del contenido
De nuevo una entrada en el blog de Enrique Dans, esta vez sobre posts patrocinados, ha «despertado a la bestia». He dejado un par de comentarios allí, pero quería resumir aquí lo esencial de mi pensamiento al respecto. Mi opinión sobre posts patrocinados es algo que ya he dado en el pasado (en resumen: muy pobre), pero han surgido voces que achacan una posición así a una especie de remilgos propios de estrellonas. Vamos, que a los A-list bloggers ya les regalan un montón de cosas, y ganan mucho dinero con la publicidad, y que no se dan cuenta de que «los bloggers de a pié» están deseando también pillar algo (dinero, regalos). Que los «bloggers de a pié» (los de la larga cola) «no tienen dilemas morales o tabús, porque para ellos esto es un medio para expresarse, no es un fin por si mismo.. » y que por eso (interpreto yo) deben estar deseando abrir sus blogs a los intereses de las marcas. Y que las críticas de los A-list bloggers solo se entienden desde su posición de privilegiados o, incluso peor, desde oscuros intereses por evitar que la plebe les robe esos privilegios.
Pues bien, partiendo del axioma «cada uno en su blog hace lo que quiere», éste blogger de a pié que suscribe declara:
- Que el contenido de este blog está marcado por mis experiencias, impresiones, vivencias y opiniones cotidianas, y no por ningún tipo de interés comercial.
- Que el objetivo de este blog no ha sido nunca obtener dinero ni regalos. Si, como consecuencia colateral al desarrollo del blog, llegan el dinero y los regalos, bienvenidos sean. Pero nunca a costa de pervertir la agenda del blog, tal y como está expresada en el punto anterior.
- Que los dos puntos anteriores no se sustentan en ningún tipo de «posicionamiento moral», sino en el profundo convencimiento de que forman parte de las más esenciales normas de respeto por quienes tienen a bien leerte.
- Que, respetando que cada uno en su blog puede hacer lo que quiera, y sin pretender imponer los puntos anteriores a nadie (faltaría más), mis gustos como lector están muy en línea con lo anteriormente expresado: me gusta leer opiniones «de verdad», derivadas de la experiencia, sin sesgos comerciales (implícitos o explícitos), y tiendo a rehuir aquellos blogs que no responden a este perfil.
- Que, como «público objetivo», mi percepción de las marcas que recurren a este tipo de prácticas para generar ruido es negativa: tienen que pagar para conseguir que se hable de ellas porque por sí mismas no conseguirían esas menciones. Quizás incrementen su visibilidad, pero (al menos para mí), están asociando valores negativos a dicha visibilidad.
En definitiva, que no. Que no es verdad que este blogger de a pié (ni creo que infinidad de otros) esté deseando alterar el contenido de su blog por cuatro perrillas o tres cacahuetes. Ni por muchas perrillas y muchos cacahuetes. Que estoy seguro de que no merece la pena, que este blog vale mucho más como canal de expresión e interación honesto y confiable (en cuyo contenido no hay «agenda oculta») que como mercado persa al servicio de intereses ajenos.
A los que pretenden decirme qué hacer con mi blog
Esto lo escribía Herny Kamen (no, lo siento, ni idea de quién era antes de leer su artículo, y después… lo que diga la wikipedia; no se puede saber de todo) en la denominada «columna de Umbral» en El Mundo del pasado viernes.
… Es por esto que la tecnología moderna permite a algunos gastar energía escribiendo blogs, en los cuales hablan consigo mismo, con palabras que flotan por el ciberespacio y que las leen sobre todo aquéllos que tienen poco contacto con la palabra escrita.
¿Son encomiables los blogs? Es posible que no, ya que una buena proporción de ellos son poco más que un popurrí de palabras que sirven para expresar opiniones pero que no fomentan la causa de la literatura o de la información
Ouch. Otro más. Otro que viene a decirme para qué «debería» existir mi blog, a insinuar que no soy digno de tener uno si no lo uso para lo que él cree que debería. En este caso, para fomentar la causa de la literatura o de la información. Hay otros que aseguran que sólo los periodistas deberían hacer cosas de éstas. Otros dicen que debería reflexionar sobre el estado de la blogosfera. Otros que deberían preocuparme las visitas y los ingresos de adsense. Otros dicen que debería cambiar el mundo y subvertir el orden social…
Pues miren ustedes: mi blog está para lo que a mí me da la real gana. Igual que nadie me viene a decir qué tengo que pensar, ni a dónde tengo que ir, ni con quién tengo que hablar… tampoco nadie viene a decirme cómo, cuándo o para qué uso mi blog. Cada uno que lo use para lo que quiera, por que al fin y al cabo no es más que una herramienta de comunicación, una extensión de uno mismo. Pero dejen a los demás tranquilos, no nos juzguen por utilizarlos de formas distintas a lo que «ustedes creen que deberíamos». Estoy un poco harto de sermones.
Y me da igual que sea una gran corporación, un escritor, un periodista, un académico, un activista o alguien que ha estado en muchos sitios y allí no me vió: cualquiera que se cree mejor que yo, que pretende que yo use esta herramienta para unos fines que son los suyos (no los míos) y que aún encima se atreve a abroncarme por no hacerlo… ha pinchado en hueso. Den sus opiniones, denme informaciones… pero respeten mi libertad de adherirme a ellas o no, de considerarlas relevantes o irrelevantes. Es mi vida, no la suya. Yo decido, no ustedes.
Y es que hay demasiados que, si no piensas como ellos, te desprecian. Eres un borrego cuando no piensas como ellos, eres un inculto cuando no piensas como ellos, eres un ciudadano pasivo cuando no piensas como ellos, eres un intelectualoide cuando no piensas como ellos, eres un autocomplaciente cuando no piensas como ellos.
El mundo es muy grande. Si no te gusta como pienso… vale, ven a contarme cómo piensas tú. Pero si después de eso sigo sin pensar como tú… no es que no te he escuchado, ni que sea tonto; simplemente, no me has convencido. Respeta mi independencia y mi capacidad de decisión como individuo.
Para acabar, una cita de Fernando que me gustó:
Evangelizar no es sermonear. La diferencia es ENORME. Uno: predicar una buena nueva. Dos: si no piensas como yo, te quemas en el infierno