Dije que Twitter era una tontería, y acto seguido me dí de alta (cada uno que extraiga la conclusión más pertinente). Y hasta ahora sólo puedo decir que me molaba. Pero llegó la hora de dejarlo atrás. Me paso a Jaiku, una herramienta similar a Twitter pero con mucha mejor pinta en cuanto a aspecto y funcionalidades.
Se supone que Twitter permite enviar «mensajitos» a las personas que se suscriben a tí, y leer mensajitos de gente a la que tú te suscribes. Esa misma idea tiene Jaiku. Entonces… ¿por qué cambiar?
Empecemos por algo básico: Twitter falla más que una escopeta de feria. Entre gatitos y pajaritos estamos cada dos por tres sin poder usarlo, y no es plan. Además, el «feeling» de Jaiku es mucho mejor. Y Jaiku incorpora algunas funcionalidades más que interesantes, como la posibilidad de vincular feeds de distintas herramientas a tu Jaiku: vamos, que si subo una foto a Flickr, sale un aviso en Jaiku. Si subo un video a Youtube, sale en Jaiku. Si marco un enlace en del.icio.us, sale en Jaiku. Si escucho una canción en Last.fm, sale en Jaiku. Todo lo que tenga un feed RSS se puede vincular. Y eso mola.
Hay un único punto negro a priori. Y es que Twitter llegó antes, y consiguió que mucha gente se diese de alta en su servicio. Gente que, por pereza, no se va a pasar a Jaiku. Así que el componente social, en gran medida, se pierde. Pero creo que es un inconveniente más ficticio que real, y me explico:
En Twitter sigo a 26 personas. De las cuales, se pueden contar con el dedo de una mano los que lo usan con una cierta regularidad. El resto, es como si no existieran (de hecho, muchos seguro que se dieron de alta un día, les hizo gracia un par de días… y nunca más se supo). Así que en realidad son los «twits» de 4 o 5 personas los que echaría de menos (si no pudiese consultar Twitter de todas formas, cosa que seguiré haciendo). Y por el lado de quienes me «siguen», el sistema dice que hay 83 followers. Pero tengo la sensación de que en su gran mayoría son «seguidores fantasma», gente que en un momento determinado me ha elegido (cuan Pokemon) pero que luego no son usuarios activos del sistema, por lo que es como si no estuvieran.
Y al final, para lo que me gusta un sistema de este tipo es para integrar con el blog, como un medio de poner pensamientos, reflexiones, etc… que no dan para un post (porque no tengan enjundia por sí mismos o porque no tenga yo tiempo o ganas de hacer un post largo al respecto) pero que encajan en la dinámica del blog. Y con Jaiku tanto la integración gráfica como la incorporación de esas otras fuentes de las que antes hablaba hace de ésto un sistema más interesante.
Así que lo dicho. So long, Twitter. Welcome, Jaiku! (mi Jaiku es éste)
redes sociales
De paseo por Second Life
Ayer estuve dedicando mi «hora tonta» a algo que había ido posponiendo durante bastante tiempo: conectarme a Second Life. Y es que tanto oir hablar de ello, ya tenía bastante curiosidad por saber de qué iba el rollo…
He de decir que, a priori, lo de SecondLife me parecía una «tontá»: «A mí lo que me resulta “chirriante†en todo esto es… ¿hace falta crear un entorno que imite la realidad para eso? Quiero decir, poner los fondos de un museo… ¿no se pueden poner en una página web sin más, y con eso se cumple toda su función? Lo mismo para escuchar jazz… ¿no puede poner el mejor club de Nueva Orleans conciertos en directo en streaming, sin necesidad de Second Life? ¿Por qué hay que crear un universo paralelo? ¿Qué “gracia†tiene? Yo no lo veo…» En definitiva, la idea de interponer un interfaz complejo para hacer cosas (chatear, visitar webs, ver videos, hacer transacciones) que ya se pueden hacer con un interfaz sencillo (la web que ya conocemos) se me antojaba un poco tontuno.
Y sin embargo…. ¡mola!. Es sorprendente el grado de inmersión que facilita. Y eso que mi PC echaba humo para manejarse (pobre, acostumbrado a un poco de internet y un poco de ofimática, eso de manejar un entorno gráfico le ponía bastante tenso), y que apenas dí una vuelta por la Orientation Island (el lugar donde aterrizan los «nuevos»). Pero eso de deambular por donde quieras, de utilizar cosas (subido en un segway en Second Life… esto sí que es «segunda vida»), de poder crear, de poder modificar tu apariencia hasta límites francamente insospechados… resulta sorprendente.
Lamentablemente, el tiempo es algo que no me sobra, y sospecho que «vivir» tu Second Life es algo que lo demanda. Y aprovechar al máximo todas sus posibilidades (diseñar, construir, interactuar, comerciar…), más. Pero desde luego, es una experiencia que me ha resultado intrigante.
Así que nada, no sé si estaré mucho o poco por allí, pero si buscáis a ConsultorAnónimo Watanabe, me encontrareis. Ah, por cierto, la foto de arriba soy yo posando con mi apariencia «real» sentado en un banco de ladrillos que fabriqué yo mismo… 🙂