Una consulta rápida. ¿Cuáles crees tú que son las probabilidades de que te vayas a jubilar en tu trabajo actual? Piénsalo unos segundos…
¿Ya?
Bueno, yo me atrevería a apostar que, salvo que seas una persona de 63-64 años… las probabilidades se reducen al entorno del 0%. CERO POR CIENTO. Nada. Ni de coña.
Dicho de otro modo: vas a tener otro trabajo. Casi seguro que en otra empresa. Muy probablemente, haciendo algo distinto a lo que ahora haces. No sé si eso sucederá el próximo mes, el próximo trimestre, en este mismo año o en los cinco que viene. Quizás dentro de diez, o de veinte. Pero va a pasar, sí o sí.
La cuestión es… ¿cómo afrontamos esta realidad? La sensación que tengo es que una grandísima mayoría de las personas directamente la obviamos. Trabajamos en nuestro día a día como si nunca fuese a pasar. Dejamos que nuestro trabajo absorba nuestra energía, y nuestro tiempo de ocio lo dedicamos a «desconectar». Nuestro chip de «cambiar de trabajo» sólo se activa cuando nos obligan (despido o finalización de contrato inminente), o cuando estamos quemadísimos (y aun así, tenemos una capacidad asombrosa de racionalizar y concluir que «no estamos tan mal»). En definitiva, ante una circunstancia que podríamos decir que se va a producir casi con certeza, actuamos de forma completamente reactiva.
Pero hay muchas cosas que podemos hacer. Podemos desarrollar proyectos paralelos. Podemos mantener activa nuestra red de contactos. Podemos desarrollar nuestras habilidades. Podemos aprender cosas sobre otro sector, otra profesión, otros mundos. En definitiva, podemos (debemos) mantener las ventanas abiertas, dejar que corra el aire, levantar nuestra mirada del día a día y otear el horizonte.
«Pero eso es falta de compromiso con tu trabajo actual», podrá decir alguno. Mmmm… dos cosas. La primera, creo que el compromiso real no es el que se produce por inercia, por ponernos una visera en los ojos que sólo nos permita ver lo que tenemos delante de las narices. No, creo que el compromiso es más fuerte cuando uno tiene alternativas y, conociéndolas, sigue eligiendo lo que hace como primera opción.
Y en segundo lugar… ¿de verdad crees que ese «compromiso» te asegura algo? ¿Crees que si estás muy comprometido vas a conseguir llegar a la jubilación, y por lo tanto no tener que preocuparte por tu siguiente trabajo? No digo que las empresas no valoren el compromiso (de todo hay); lo que digo es que hay mil circunstancias que pueden hacer que, a pesar de que lo valoren, tú y tu compromiso os veais en la calle. Por lo tanto…
Pensar en tu próximo trabajo, y actuar para acercarte a él, debería formar parte de nuestro menú semanal de prioridades, incluso cuando pensemos que tenemos un trabajo estable. Porque ninguno lo es en realidad.
Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí
Las empresas valoran el compromiso. El trabajador valora a las empresas que defienden sus puestos de trabajo. Bien.
Pero hay una cosa que tanto las empresas como los trabajadores valoran más que ninguna otra, y es su propio interés. Si a una empresa no le interesa tu trabajo y te puede echar te echará. Si a un trabajador le sale algo mejor se irá.
Para ambos, trabajador y empresa, es mejor estar preparados.
AMÉN.
La mayoría de las personas no se mueven hasta que ven las orejas al lobo y en muchos casos puede que ya no tengan escapatoria.
Y una tercera cosa. Que un profesional que sólo está centrado en su trabajo actual no es un profesional del siglo XXI, debe estar formándose permanentemente y eso es muy compatible con seguir alimentando la red de contactos y tener proyectos personales paralelos.