Moonwalking with Einstein
Hace unas semanas estuve leyendo un libro llamado «Moonwalking with Einstein«. Se trata de un relato, bastante entretenido, de cómo un periodista se acerca al mundo de la mnemotecnia (técnicas de memorización) y los concursos de memoria, y decide prepararse para competir en uno de ellos. A lo largo de su periplo va haciendo un repaso tanto de la historia de la disciplina, como de distintas técnicas. Y todo de una forma bastante desmitificadora, además.
El caso es que el autor cuenta cómo se empieza a preparar, comienza a utilizar técnicas mnemotécnicas… y empieza obteniendo resultados soprendentes, dando un salto cualitativo enorme en sus capacidades. Y así continúa, dedicándole horas, incrementando su nivel por encima de la media… hasta que llega un punto en el que, a pesar de la dedicación, se estanca. No consigue mejorar sus «marcas personales». Y entonces se frustra: «¿cómo es posible, con la de tiempo que le estoy dedicando, que no mejore?»
En ese punto interviene uno de sus mentores, que le da una serie de consejos, gracias a los cuales consigue salir de ese estancamiento y volver a coger la senda de la mejora.
El caso es que el autor, después de completar su aventura, remarca este punto como uno de los más importantes de todo el proceso. Y de hecho lo extrapola (y ahí es donde a mí me resulta aleccionador) a cualquier otra práctica. Porque yo mismo lo he vivido (en mi caso, por poner el ejemplo más reciente, con la guitarra), y sus reflexiones me pueden servir para «desbloquearme».
Estancamiento en el aprendizaje
En cualquier disciplina que emprendes, el inicio de la curva de aprendizaje es bastante rápido. A poquito que practicas, aunque sea sin ningún orden ni concierto, pasas de «la nada» al «algo», y el retorno de cada minuto de práctica es muy elevado. Sin embargo, a medida que avanzas, las cosas se complican. Cada nuevo paso cuesta más, mientras que el resultado no es tan aparente. Hasta que llega un punto en el que te estancas: por ti mismo no eres capaz de avanzar más, y eso aunque le dediques tiempo (que normalmente se centra en volver una y otra vez sobre lo ya conocido). No es extraño que aparezca la frustración (si tienes voluntad de seguir avanzando) o el acomodamiento (si piensas «bueno, con este nivel ya me vale»). De hecho, se suele denominar este punto el «OK Plateau»
Este fenómeno ha sido estudiado por la psicología. En el libro se mencionan los estudios de Fitts y Posner, en los años 60, en los que se describen tres etapas en la adquisición de una nueva habilidad: la fase cognitiva (en la que prestamos atención consciente, con una perspectiva analítica, al aprendizaje), la fase asociativa (en la que cada vez interiorizamos más la práctica)… hasta llegar a la fase autónoma, en la que nuestro cerebro «da por aprendida» la habilidad, y deja de prestar atención a la misma. Es ese punto en el que se produce el estancamiento, el tiempo dedicado a la práctica no se traduce en ninguna mejora porque nuestro cerebro simplemente está «ejecutando algo ya sabido», no aprendiendo nada nuevo.
La práctica deliberada
¿Es insuperable ese estancamiento? No. De nuevo el libro menciona a Anders Ericsson (experto en análisis de rendimiento), que se refiere a un conjunto de técnicas orientadas a sacar a nuestro cerebro de la «fase autónoma» y obligarle a devolverle a las etapas previas del proceso de adquisición de la habilidad. Rutinas muy focalizadas, muy concretas, a las que denomina «práctica deliberada«, y que se basan en las ideas de centrarse en la técnica, orientación a resultados y feedback constante e inmediato.
Estas reflexiones me hicieron pensar, y reflexionar sobre algunas de mis propias experiencias de aprendizaje. Por ejemplo, conducir. Cuando «aprendes a conducir» pasas la fase cognitiva («embrague, freno, acelerador», o aprenderte las señales o las prioridades en un cruce, o «cuando las revoluciones lleguen a 3000 cambia de marcha»). Durante las prácticas y primeros meses de conductor, pasar por la fase asociativa (interiorizas y automatizas esos conocimientos). Y luego… simplemente conduces. Tu cerebro «da por aprendida» la habilidad, alcanzas un nivel que consideras adecuado… y a otra cosa mariposa. Salvo que seas un profesional de la conducción, que entonces seguirás desarrollando técnicas específicas (p.j. conducción en mojado, habilidades acrobáticas, gestión de la electrónica, etc.).
O, como decía antes, aprender a tocar la guitarra: empiezas analizando el mástil, los trastes, las notas. Aprendes a leer diagramas para poner acordes. Todo fase cognitiva… que va dando paso a la fase asociativa (los acordes empiezas a automatizarlos, etc.). Hasta que llega un punto en el que eres capaz de tocar algunas cancioncillas… y entonces sientes que ya no estás aprendiendo, sino simplemente poniendo en práctica lo ya aprendido. Tocas, pero no mejoras.
A los músicos dedica el autor un párrafo: «Los músicos amateurs, por ejemplo, tienden más a dedicar su tiempo de práctica a tocar canciones; por el contrario, los profesionales tienden más a realizar tediosos ejercicios o a practicar las partes más difíciles de las piezas». Práctica deliberada.
Algo parecido he oído (esto no es experiencia de primera mano :D) sobre el deporte. Alguien empieza a correr, y simplemente con la práctica va mejorando sus tiempos. Hasta que llega un punto que el mero hecho de «salir a correr» no le mejora. Necesita empezar a desarrollar técnicas específicas (series, sprints, correr con resistencia) para mejorar. Y si nos vamos a nivel profesional, en el que ya analizan y practican la pisada, la zancada, el estiramiento de cada músculo…
En definitiva, y parafraseando de nuevo al libro: «Cuando quieres ser realmente bueno en algo, el cómo practicas es más importante que el cuánto practicas«. Hay que desafiarse continuamente a uno mismo, analizarse, fallar y aprender de los errores.
Y sólo por esta reflexión, leer el libro ya mereció la pena.
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En castellano, «Los desafíos de la memoria». Lo digo porque me sonaba mucho y me ha costado encontrarlo en mi lista de lecturas pendientes.
Suena bien tu comentario, voy a adelantarlo unos cuantos puestos.
Muy buena reflexión, suelo leerte por RSS pero esta vez he entrado específicamente para ponerte comentario para agradecerte este post que has puesto.
Un saludo! 🙂
Sin duda en tocar instrumentos se nota mucho. En mi caso, toco la guitarra desde los 15 años, y durante mucho tiempo sabía lo típico, unos cuantos acordes, para tocar en tu casa alguna cancioncilla y demás…
Pasaron los años y durante la Universidad lo dejé un poco de lado (mucho lío). Cuando empecé a trabajar, me volvió a picar la curiosidad y empecé a practicar y aprender muchísimo… Me forcé mucho a aprender cosas nuevas y tocaba a diario… El caso es que mejoré mucho…
Y ahora ando de nuevo en fase «tranquila», puedo coger la guitarra e ir «en automático», pero no me estoy forzando y no estoy aprendiendo cosas nuevas… Hay una base que ya has automatizado y que no se pierde (aunque la lógica falta de práctica haga mella en reflejos, etc), pero no pasas de ahí a no ser que pongas atención y esfuerzo…
Que aprender no se hace por ósmosis, hay que practicar conscientemente y con alguna dirección…
Me ha gustado mucho el artículo 😉
Para completar tu experiencia, en lo de correr también tienes razón. Alargas la distancia, mejoras tu ritmo… hasta que, en un momento, dejas de mejorar. Ese momento es diferente para cada persona, pero no resulta difícil llegar a él. Y para dar ese «nuevo salto», necesitas cambios importantes en tu entrenamiento para poder mejorar: series, intervalos, cambios de ritmo…
Supongo que aplica no solo al aprendizaje «intelectual», también al físico. El golf, por ejemplo, se rige por patrones similares.
@carlosbarrabes, sobre el mismo tema: http://carlosbarrabes.blogspot.com.es/2012/08/senor-daria-la-vida-por-tocar-como-usted.html
Buen artículo. Algo similar ocurre con los niños superdotados. Llegan a un punto que se frustran y no encuentran retos que les estimulen y motiven, y por ello, gran parte de ellos fracasan.
Interesante el artículo. Das alguna pistas de los bloqueos en el aprendizaje. Leyéndolo, me ha venido a la cabeza las palabras del actor Josep M Pou en «Màscares» (http://www.tv3.cat/actualitat/527560/Sala-33-es-posa-les-Mascares-de-Pou-i-Welles). Confiesa que llega un momento en la construcción de un personaje que se estanca. Necesita de un aliciente más. Es cuando en los ensayos introducen algun elemento escénico o del vestuario. Eso le da nuevas alas para encarar el proyecto.
Cuesta convencer a los alumnos que no se aprende repitiendo ejercicios hasta la saciedada para asumir un contenido u objetivo de aprendizaje, sino hay qué saber por qué no lo aprende. Me parece que es el quid de la práctica deliberada (o intencionada). Me parece que se debe a la competencia reflexiva que tenemos los humanos.
Gracias,