Hoy estoy revisando un trabajo realizado por un compa�ero para un cliente. Se da la circunstancia, adem�s, de que es un trabajo sobre un tema del que s�lo tengo una vaga idea, y del que mi compa�ero es experto.
El tener «s�lo una vaga idea» de algo supongo que me pone a la altura de un cliente-tipo. La mayor�a de ellos, cuando te llaman, son capaces de hablarte de su empresa, de c�mo la ven, de las cosas que pasan en ella… pero no de soluciones t�cnicas a los problemas que puedan tener. S�, es posible que sean tipos con un master estupendo, mucha experiencia, aficionados a leer revistas y libros del ramo… pero su d�a a d�a les aleja, inevitablemente, del conocimiento t�cnico especializado, y m�s cuanto mayor es su nivel directivo.
As� pues, leo como un cliente («like a client»… �har� Madonna una versi�n?) este trabajo que me pasa mi compa�ero. Y no entiendo nada. He tenido que dedicarle un buen rato de lectura «comprensiva» (radicalmente opuesta a la lectura «diagonal» que es propia del directivo), y s�lo as� he conseguido llegar a enterarme algo…
He cogido el boli rojo (arma de destrucci�n masiva donde las haya) y he empezado a sugerir cambios. Cambios que considero, honestamente, necesarios para que el documento sea legible para un cliente. Cambios que van desde el enfoque del documento («si yo fuera un cliente… �qu� inquietudes tendr�a?»), a su estructura («si yo fuera un cliente… �qu� ser�a lo primero que querr�a saber? �Y despu�s?»), a su lenguaje («si yo fuera un cliente… �entender�a esta frase? �dar�a por sabidas las cosas que no estoy poniendo?») o incluso a su formato («si yo fuera un cliente… �le prestar�a atenci�n a este documento?»).
Muchas veces, los consultores elaboramos documentos mir�ndonos al ombligo. El contenido «t�cnico» ser� impecable, no se duda. Y parece que, con eso, ya tenemos todo hecho. Sin embargo, nos olvidamos de que el cliente ya nos da por supuesto el conocimiento t�cnico, y lo que valora de nosotros es la capacidad que tengamos de hac�rselo entender a �l y de implantarlo en su organizaci�n. Y eso exige un esfuerzo de empat�a, de ponernos en su lugar y tratar de saber qu� quiere y c�mo lo quiere.
A veces, esto sucede por falta de empat�a… y otras, por puro miedo. Pensamos que, haciendo cr�pticos nuestros documentos, estamos salvaguardando nuestro conocimiento y aparentando que no s�lo sabemos mucho m�s de lo que realmente sabemos, sino que lo que decimos es m�s importante y solemne de lo que es en realidad. Pensamos que as� estamos fomentando que nos vuelvan a contratar, pero es dif�cil… lo que contratar�n ser� OTRO consultor para interpretar lo que nosotros les dijimos.
�Lo peor? Que no dudo de que cuando este mismo compa�ero coja un documento m�o y trate de leerlo… encontrar� en �l todos los fallos que yo he encontrado en el suyo. Y es que lo de ver la paja en el ojo ajeno se nos da tan bien…