La nieve y las metodologías

Hay que fastidiarse con el temporal de frío polar… ¡¡al final iban a tener razón los de Protección Civil!!

Ayer mientras viajaba, contemplando la nieve que caía alrededor, no pude por menos que hacer una reflexión que hoy traigo aqui. Dicen los que saben de esto que es difícil, por no decir imposible, encontrar dos copos de nieve iguales. La estructura de cristales que los compone se forma de tal manera que la hace irrepetible. Así, cada copo de nieve resulta único…

Las empresas, en este sentido, son como copos de nieve. Lo que es cada empresa en la actualidad está definido por un número tal de factores que hace imposible encontrar dos iguales. Desde la personalidad de su fundador, pasando por las circunstancias históricas que haya atravesado, al impacto que cada una de las personas que se han relacionado con ella (trabajadores, clientes, proveedores, competencia), las decisiones estratégicas que se han tomado… son elementos que configuran un ente único, irrepetible, como es cada una de las empresas existentes.

Si uno asume esta realidad (lo difícil sería no hacerlo), resulta extraña una de las costumbres más arraigadas de los consultores: las «metodologías».

Casi todos los consultores del mundo dedican una ingente cantidad de recursos (tiempo de sus profesionales, dinero, materiales, instalaciones…) a la elaboración de metodologías. Las empresas más grandes, incluso, dedican recursos a tiempo completo a esta tarea, creando «El Centro para la Excelencia» y cosas similares. Todos estos esfuerzos cristalizan, en un momento u otro, en la plasmación de dicha metodología en un esquema más o menos sencillo, una especie de «receta» o «guiaburros» que promete, con la solvencia que le dan todos los expertos que hay detrás de su elaboración, una especie de «solución universal», una piedra filosofal que permita, por su mera alicación en una empresa, la resolución de los problemas que pudiesen aquejarla.

Estas metodologías se convierten así en la piedra angular de la labor de muchos consultores. La incluyen en todas sus presentaciones, propuestas, folletos de publicidad… habitualmente, la metodología es patentada y eso se proclama a los cuatro vientos como un elemento más que demuestra su exclusividad. Y si es exclusivo… tiene que ser bueno. Así, los consultores utilizan sus «inventos» como un presunto elemento de diferenciación, la demostración más palpable de que su trabajo va a ser mejor que el de otros. Y, en consecuencia y para ser coherentes consigo mismos, cuando abordan un trabajo lo hacen siguiendo su metodología contra viento y marea.

Pero… ¿no habíamos dicho que cada empresa es un ente completamente único? Entonces… ¿cómo es posible que los consultores insistan en vender y aplicar, como algo diferenciador, una metodología que se basa precisamente en eso, en un procedimiento «estándar»?.

Como cualquiera que se haya metido alguna vez en una cocina sabe, las «recetas» no determinan hacer un buen plato. Pueden ser una guía, sí. Pero lo fundamental, cuando se cocina, es la capacidad del cocinero, su sensibilidad para captar los matices de los productos, para ajustar las cantidades de los ingredientes, para alcanzar el punto exacto de cocción, para adaptarse a las características de su cocina o para dar ese toque adecuado para el comensal. La cocina es, en el fondo, un oficio artesano, y nunca un proceso industrial (regido por una «receta» que se aplica una y otra vez) podrá alcanzar los matices de un buen artesano…

En consultoría, en fin, pasa exactamente lo mismo. Aplicar una metodología es la forma «industrial» de abordar un proyecto. Es más sencillo, sí, ya que se trata de seguir unos pasos preestablecidos. Y más barato, y rentable por lo tanto, porque casi cualquiera puede seguir una metodología, incluyendo consultores con poca o ninguna experiencia. Sin embargo, la calidad de la solución nunca podrá ser la misma que la proporcionada por un consultor experto que, por encima de la metodología, es capaz de poner su sensibilidad, su conocimiento intrínseco y, en el fondo, su oficio, a disposición esa entidad única, irrepetible y maravillosa que es cada empresa.

Yo, desde luego, si fuera un copo de nieve pediría a mis consultores que me tratasen como tal.

¡Feliz Navidad!

Hoy es un d�a extra�o. La mitad de la gente est� de vacaciones. La otra mitad, hemos venido a cumplir el expediente (una vez m�s, «venir por venir», por el «qu� dir�n»), en una jornada reducida, llena de mensajes navide�os y con la cabeza puesta en la cena de hoy…

As� que dejemos que ese esp�ritu navide�o se cuele tambi�n en este Blog, para desear a todos que pas�is las mejores fiestas que pod�is tener.

�Feliz Navidad!

La cultura de "echar horas"

Me pide el Sr. Martinez (ESTRATEgA) que abunde un poco m�s en el tema de la larga jornada laboral.
Me gustar�a que comentaras en este tema: «Esas horas est�n ah�, muchas veces por necesidad y otras por mera (y triste) costumbre y/o apariencia social.» En cuanto estas �ltimas �Es apariencia frente al cliente, presi�n de los superiores o miedo a que piensen que tu proyecto no da de s� o que t� eres el que no da todo lo posible de ti? �Un poco de todo? Es decir, y descartando los workoholics que conocer�s, �coment�is entre los colegas que os exprime el cliente, que el jefe se pasa, que siempre hay mucho trabajo o la cultura es que no se mencione el tema ni en el propio equipo?
Quiz�s sea este uno de los ejemplos m�s brutales de «cultura de empresa», ese ente que sobrevuela y que hace que la «culpa», en el fondo, no sea de nadie. «Entre todos la mataron y ella sola se muri�».
La presi�n de los superiores es un factor. No presi�n directa («aqui se est� hasta las mil, y si no sufrir�s las consecuencias»), sino m�s sutil. Ejemplos: acostumbrarse a encargar cosas o revisar trabajos a las 20’30 h. (que es cuando vienen de visitar clientes y esas cosas), llamar por tel�fono a horas «raras» y sorprenderse de que no est�s en la oficina… o directamente, dando el ejemplo ellos de prolongar su jornada. �C�mo ve voy a ir pasando por delante del despacho del jefe?
Los compa�eros son otro factor. Entre risas a veces, pero ah� est� el t�pico comentario de «a �se se le cae el l�piz a las 19’00h» si alguien tiene por costumbre irse a su hora. Lo cual convierte la tarea de irse a casa en una especie de juego de «a ver qui�n cede antes». Porque el primero que se vaya, aunque sea dos horas m�s tarde de lo que deb�a, ser� considerado como «el que primero se va».
Los clientes… no dir�a que directamente. A veces s�, son exigentes en plan «quiero esto para ma�ana, que para eso pago a un consultor» y te obliga a echar horas. Pero no son de apariencia social, son de trabajo puro y duro. En general, al cliente le da igual las horas que eches, s�lo quiere resultados. Eso s�, le da un «morbillo» especial eso de contar con consultores que son capaces de hacer las horas que hagan falta por �l.
A veces es uno mismo el que «compra», con esas horas de m�s, la tranquilidad de poder tener un ritmo de trabajo m�s pausado (leer el peri�dico en internet, tomarse un caf� tranquilamente, llegar un poquito m�s tarde por las ma�anas, alargar la hora de la comida…). Aunque surge el dilema de qu� es primero: trabajo pausado y por eso me quedo m�s, o ya que me tengo que quedar voy a tom�rmelo con m�s calma.
La sociedad en general, que parece que valora los trabajos en los que «se trabaja duro» frente a los que cumplen sus horarios («buf, es que son como funcionarios, llega su hora y se van»).
La carrera profesional es otra preocupaci�n, y esto s� es lamentable. Parece que existe una norma no escrita que dice que si quieres progresar en la empresa, tienes que darle tu vida, y eso incluye cuantas m�s horas mejor independientemente de lo que diga tu contrato. Yo he presenciado una reuni�n de evaluaci�n, donde a una persona se la consideraba una «A» en todos los aspectos, pero alguien dec�a «a gerente no se le puede promocionar, que este llegan las 19’00h y se va». Es decir, da igual si eres un crack en tu trabajo, si tienes a los clientes contentos, si t�cnicamente eres impecable… si pretendes tener una vida propia, no puedes seguir adelante.
En cualquier caso, creo que es un tema de presi�n cultural, no soy capaz de segmentar. No conozco a nadie que cuando le preguntan «qu� tal va el trabajo» no conteste «uf, con mucho l�o, la verdad, mucho l�o. Te dejo, que no sabes c�mo estoy…». Nadie contesta «pues aqu�, mareando la perdiz». Es mejor ir corriendo por los pasillos, aunque no tengas nada que hacer, que ir andando tranquilamente. Es mejor ir con papeles en las manos que con las manos en los bolsillos. Es mejor irse bebiendo el caf� por el pasillo que tom�rselo tranquilamente en la cafeter�a, charlando con alguien. Es mejor coger la cartera cuando se va uno a casa, aunque dentro solo lleve el peri�dico. Y es mejor quedarse un rato m�s que irse a la hora.

Si no, la gente pensar� que no trabajas lo suficiente… y que no te ganas el sueldo.

En mi opini�n, todos los que est�n en este negocio lo saben. Nadie habla de ello, y si se le pregunta directamente, lo negar�. Pero estoy convencido de que cualquiera con un poco de honradez se reconocer� a s� mismo en muchas de las cosas que comento…
�Esta es la ventaja de ser «Consultor An�nimo»!

La cultura de «echar horas»

Me pide el Sr. Martinez (ESTRATEgA) que abunde un poco m�s en el tema de la larga jornada laboral.

Me gustar�a que comentaras en este tema: «Esas horas est�n ah�, muchas veces por necesidad y otras por mera (y triste) costumbre y/o apariencia social.» En cuanto estas �ltimas �Es apariencia frente al cliente, presi�n de los superiores o miedo a que piensen que tu proyecto no da de s� o que t� eres el que no da todo lo posible de ti? �Un poco de todo? Es decir, y descartando los workoholics que conocer�s, �coment�is entre los colegas que os exprime el cliente, que el jefe se pasa, que siempre hay mucho trabajo o la cultura es que no se mencione el tema ni en el propio equipo?

Quiz�s sea este uno de los ejemplos m�s brutales de «cultura de empresa», ese ente que sobrevuela y que hace que la «culpa», en el fondo, no sea de nadie. «Entre todos la mataron y ella sola se muri�».

La presi�n de los superiores es un factor. No presi�n directa («aqui se est� hasta las mil, y si no sufrir�s las consecuencias»), sino m�s sutil. Ejemplos: acostumbrarse a encargar cosas o revisar trabajos a las 20’30 h. (que es cuando vienen de visitar clientes y esas cosas), llamar por tel�fono a horas «raras» y sorprenderse de que no est�s en la oficina… o directamente, dando el ejemplo ellos de prolongar su jornada. �C�mo ve voy a ir pasando por delante del despacho del jefe?

Los compa�eros son otro factor. Entre risas a veces, pero ah� est� el t�pico comentario de «a �se se le cae el l�piz a las 19’00h» si alguien tiene por costumbre irse a su hora. Lo cual convierte la tarea de irse a casa en una especie de juego de «a ver qui�n cede antes». Porque el primero que se vaya, aunque sea dos horas m�s tarde de lo que deb�a, ser� considerado como «el que primero se va».

Los clientes… no dir�a que directamente. A veces s�, son exigentes en plan «quiero esto para ma�ana, que para eso pago a un consultor» y te obliga a echar horas. Pero no son de apariencia social, son de trabajo puro y duro. En general, al cliente le da igual las horas que eches, s�lo quiere resultados. Eso s�, le da un «morbillo» especial eso de contar con consultores que son capaces de hacer las horas que hagan falta por �l.

A veces es uno mismo el que «compra», con esas horas de m�s, la tranquilidad de poder tener un ritmo de trabajo m�s pausado (leer el peri�dico en internet, tomarse un caf� tranquilamente, llegar un poquito m�s tarde por las ma�anas, alargar la hora de la comida…). Aunque surge el dilema de qu� es primero: trabajo pausado y por eso me quedo m�s, o ya que me tengo que quedar voy a tom�rmelo con m�s calma.

La sociedad en general, que parece que valora los trabajos en los que «se trabaja duro» frente a los que cumplen sus horarios («buf, es que son como funcionarios, llega su hora y se van»).

La carrera profesional es otra preocupaci�n, y esto s� es lamentable. Parece que existe una norma no escrita que dice que si quieres progresar en la empresa, tienes que darle tu vida, y eso incluye cuantas m�s horas mejor independientemente de lo que diga tu contrato. Yo he presenciado una reuni�n de evaluaci�n, donde a una persona se la consideraba una «A» en todos los aspectos, pero alguien dec�a «a gerente no se le puede promocionar, que este llegan las 19’00h y se va». Es decir, da igual si eres un crack en tu trabajo, si tienes a los clientes contentos, si t�cnicamente eres impecable… si pretendes tener una vida propia, no puedes seguir adelante.

En cualquier caso, creo que es un tema de presi�n cultural, no soy capaz de segmentar. No conozco a nadie que cuando le preguntan «qu� tal va el trabajo» no conteste «uf, con mucho l�o, la verdad, mucho l�o. Te dejo, que no sabes c�mo estoy…». Nadie contesta «pues aqu�, mareando la perdiz». Es mejor ir corriendo por los pasillos, aunque no tengas nada que hacer, que ir andando tranquilamente. Es mejor ir con papeles en las manos que con las manos en los bolsillos. Es mejor irse bebiendo el caf� por el pasillo que tom�rselo tranquilamente en la cafeter�a, charlando con alguien. Es mejor coger la cartera cuando se va uno a casa, aunque dentro solo lleve el peri�dico. Y es mejor quedarse un rato m�s que irse a la hora.

Si no, la gente pensar� que no trabajas lo suficiente… y que no te ganas el sueldo.

En mi opini�n, todos los que est�n en este negocio lo saben. Nadie habla de ello, y si se le pregunta directamente, lo negar�. Pero estoy convencido de que cualquiera con un poco de honradez se reconocer� a s� mismo en muchas de las cosas que comento…

�Esta es la ventaja de ser «Consultor An�nimo»!

Consultores en Protección Civil

Leo en El Mundo: «La direcci�n general de Protecci�n Civil y Emergencias ha avisado a todas las delegaciones y subdelegaciones del Gobierno, excepto Canarias, ante la previsi�n de vientos fuertes, nevadas y descenso acusado de las temperaturas que causar� la masa de aire polar que entrar� el d�a de Navidad. Ante esta situaci�n, Protecci�n Civil recomienda no viajar en coche si no es imprescindible

No he podido por menos que reirme… veamos, estamos hablando de una de las cumbres de las fechas navide�as. Fechas para las que, seg�n el mismo peri�dico, «La DGT pone en marcha un plan especial ante los 23 millones de desplazamientos previstos«.

De verdad, yo me pregunto: �a qu� lumbrera se le habr� ocurrido, ante la evidencia de los desplazamientos navide�os, dar como mejor de sus recomendaciones «no viajar en coche si no es imprescindible»?

Vamos, me ha sonado totalmente a informe de (mal) consultor, uno de esos en los que, pas�ndose por el forro todo el an�lisis de la empresa, sus circunstancias, sus necesidades… se acaba concluyendo que la soluci�n recomendada es la m�s peregrina e inaplicable.

El mundo est� lleno de consultores frustrados…

La batalla

La jornada laboral de un consultor suele ser larga. A veces por contrato, pero la mayor�a simplemente a base de horas extras no pagadas. Vamos, muy del gusto del Estatuto de los Trabajadores («ï¿½qu� es eso?» dir� alguno de los m�s ingenuos… s�, s�, hay una ley que en teor�a tambi�n nos deber�a proteger a nosotros!!!). Esas horas est�n ah�, muchas veces por necesidad y otras por mera (y triste) costumbre y/o apariencia social.

El hecho es que, por ostes o por mostes, la jornada laboral se alaaaaarga. Si a eso se le suma la «suerte» de vivir en una gran ciudad, con sus distancias y sus problemas de tr�fico, ocurre que cuando uno quiere darse cuenta se ha ido todo el d�a y no ha hecho nada diferente del trabajo. No ha podido dedicar tiempo a su familia, si es que ha tenido ocasi�n de formarla. No ha podido dedicar tiempo a sus hobbies, si es que alguna vez pudo tenerlos y no se vieron relegados a�os ha al ba�l de los recuerdos. No ha podido, en fin, abrir una ventana por la que entre algo de aire fresco a su vida.

La soluci�n f�cil es la de la bandera blanca. La rendici�n consistente en dejar que el trabajo invada todos los �mbitos de tu vida. Disfrutas (o dices disfrutar) de tu trabajo, tus hobbies est�n relacionados con tu trabajo, tus lecturas versan sobre tu actividad, tu c�rculo social con los que tomar una hipot�tica ca�a, jugar al (tan en boga) paddel o cenar un s�bado son tus compa�eros del trabajo, que al fin y al cabo comparten tus problemas y tus �inquietudes?. Finalmente, el que ondea esta bandera acaba haciendo a�n m�s horas en la oficina porque… �para qu� va a ir a casa? �para ver a una familia que no le entiende? �para darse cuenta de lo vac�a que es su vida fuera del periodo laboral?

La soluci�n dif�cil es, como casi siempre, la de la pelea. Trabajar hay que trabajar, el dinero no llueve del cielo (excepto para el 56.200 ese, y tampoco es tanto). Y este es un trabajo que, con sus cosas, est� bien, incluso muy bien en ocasiones. Pero hay que resistir al impulso de dejarse devorar por �l. Quiz�s robando un poco de tiempo en la oficina para «vagabundear» por otros mundos, aunque sea por internet. Aprovechando los huecos (las comidas, los viajes) para quedar con los viejos amigos, aquellos que te conocen desde antes de ser lo que ahora eres. Leyendo en el autob�s un libro que no tenga nada que ver con empresas, ni dinero ni management. Observando a la gente con la que te cruzas, aquellos que tienen una vida diferente. Fingiendo una reuni�n para ir a buscar a tus hijos al colegio y poder llevarlos al parque. Comprando de camino a casa, al se�or que est� recogiendo su puesto, una flor para tu mujer.

O robando minutos al sue�o para poder alargar la jornada, pero no la laboral, si no la otra, la importante.

Moda editorial

Leo en estos d�as el archiconocido «C�digo Da Vinci», de Dan Brown. De �l he o�do de todo, desde «c�mo engancha» hasta «no pierdas el tiempo con �l». Y como me pasa con la mayor�a de cosas, he decidido que antes de opinar tendr� que conocerlo…

Sin embargo, el «C�digo Da Vinci» es no solo un libro, sino un fen�meno editorial. La otra tarde, en la pausa de la comida, me acerqu� a una librer�a, o mejor dicho, a uno de los nuevos supermercados del libro/prensa/m�sica/videojuegos, poco que ver con la cl�sica librer�a. El caso es que me sorprendi� el mont�n de libros «sospechosamente» parecidos al ya mencionado. Desde «ï¿½ngeles y demonios» del mismo autor (y de pr�cticamente autoplagiada portada), a «El �ltimo Cat�n», pasando por «El �ltimo Merovingio», «La hermandad de la S�bana Santa», «La sombra del Templario», «El secreto de la Mona Lisa», «El Club Dante»… Todos ellos comparten una mezcla de misterio milenario, organizaciones secretas, claves ocultas en arte o arquitectura… todos ellos resultan tan parecidos…

Evidentemente, estamos ante una moda editorial. Una m�s, supongo. Lo que me lleva a comentarla es la clara relaci�n con una de las caracter�sticas m�s evidentes del mundo de la consultor�a: las modas.

Si avanzamos hacia atr�s en el tiempo, podemos recorrer los �ltimos a�os en t�rminos de modas de consultor�a: la movilidad, el CRM, el coaching, el ebusiness, los ERP, supply chain, el euro, la adaptaci�n al 2000, la reingenier�a de procesos… la consultor�a funciona a impulsos. En un momento determinado, parece que proveedores, clientes, acad�micos y prensa se ponen de acuerdo para encumbrar un nuevo concepto, una nueva metodolog�a, un nuevo enfoque… y se convierte as� en la nueva moda, en la que todo consultor que se precie se tiene que sumar para no estar «fuera de onda». Y no digamos las empresas, cualquier empresa que se precie de serlo tiene que implantar la nueva soluci�n, so pena de ser el hazmerreir de sus contrapartes, y eso a pesar del impacto presupuestario que suelen suponer.

Sin embargo, uno va observando como pasa el tiempo, y c�mo afecta la introducci�n de esas modas en las empresas. No llegar� a decir que el �xito es independiente de su adopci�n, algo se supone que ayudan. Pero he alcanzado el convencimiento de que todas estas cosas no son m�s que herramientas. Herramientas que una empresa puede necesitar… o no. Que una empresa puede utilizar bien… o no. Que, en definitiva, dependen del criterio y la capacidad de las personas para generar el rendimiento que se les supone. Lo que me lleva a concluir que lo definitivo para el devenir de las empresas no son las t�cnicas de gesti�n, o las herramientas tecnol�gicas… lo definitivo es otra cosa.

A pesar de todo, seguiremos provocando esta vor�gine. No en vano, es el pan de nuestras familias. �Qu� ser�a de los consultores si no tuvi�semos algo nuevo, cada cierto tiempo, para vender? �Y de la prensa especializada, si no pudiese exprimir esa novedad para rellenar sus revistas y art�culos?. Igual las empresas se dan cuenta de que no somos tan necesarios… y eso no vamos a permitirlo, �verdad?

ACTUALIZACI�N: movido por el acertado comentario de Eduardo, he decidido cambiar el t�tulo del post de «Moda literaria» a «Moda editorial». M�s adecuado, porque de literario parece que tiene poco…

Solidaridad en la Consultoría

Hoy es 21 de diciembre, y esta reflexi�n est� vinculada al Blogomarat�n Solidario, aunque no es ajena a nuestro mundo…

Los consultores solemos trabajar en empresas «chachipirulis». Vamos por ah� generalmente trajeados, algunos engominados (cada vez menos, �no?), con nuestros ordenadores «fashion», m�viles de �ltima generaci�n, todo el d�a del avi�n al taxi, del taxi al avi�n, visitando empresas, con nuestra jugosa (por mucho que protestemos) n�mina, siempre hablando de dinero, de eficiencia, de rentabilidad, de…

Nos relacionamos adem�s, en el 95% de los casos, con gente que son como nosotros, y en este c�rculo vicioso tendemos a perder la perspectiva. Nos olvidamos que formamos parte del, quiz�s, 10% de la poblaci�n afortunada dentro de un pa�s que forma parte del 10% de pa�ses afortunados del mundo. Es decir, que somos unos privilegiados, y lo m�s triste, no nos damos cuenta…

Ah�, fuera de «nuestro mundo», hay mucha gente que no es tan privilegiada. All� lejos, en �frica, en Asia, en … pero tambi�n aqui cerca, en las aceras al lado de nuestras oficinas, en los barrios de nuestras propias ciudades.

Si conseguimos de vez en cuando echar el freno, parar, mirar alrededor, y darnos cuenta de este hecho, seguro que podemos hacer algo por alguna de esas personas. Hay m�ltiples medios, desde la an�nima donaci�n hasta la implicaci�n personal. Pero siempre hay algo que se puede hacer…

Muchas empresas, tambi�n en Consultor�a, tienen en su seno Comit�s de Acci�n Social o similares, formados por empleados con inquietudes, que canalizan las iniciativas dentro de la empresa, y a veces la propia empresa colabora.

A t�tulo personal, colaboro con Cruz Roja, Interm�n y Plan, aunque hay montones de formas de colaborar. Y no lo olvidemos: somos unos privilegiados…

Homenaje a Garfield

Lo siento. Tengo una especial debilidad por Garfield, desde siempre. Por muchas cosas. Pero la que me lo trae a la mente hoy es su m�tica frase: «I hate mondays». Odio los lunes…

Supongo que comparto esa sensaci�n, por lo menos en las primeras horas de los lunes, con un mont�n de gente, tanto consultores como no. Sin embargo, es cierto que los consultores tenemos un factor diferencial que nos hace m�s complicado el inicio de semana, y me explico:

Sin �nimo de despreciar otros trabajos, ni mucho menos, lo cierto es que en muchos de ellos el componente de «rutina» est� m�s presente. Uno puede llegar el lunes, encender»el autom�tico» y, pese a la falta de esp�ritu, cumplir razonablemente los objetivos del d�a sin haber tenido que poner todos los sentidos en la tarea.

Un consultor, por contra, se suele ver abocado los lunes a una vor�gine que le obliga a ponerse las pilas de manera dolorosa, en contraste con la relajada vida del domingo. Para ejemplo, un bot�n: por la ma�ana, reuni�n con un Comit� de Empresa en una empresa industrial. Por la tarde, elaborar una propuesta para una empresa de servicios, y m�s tarde, preparar una reuni�n con un Comit� de Direcci�n para el martes por la ma�ana, en la que se juega el futuro del proyecto.

No hay autom�ticos que valgan… as� que uno se tiene que sacudir la morri�a del fin de semana con un en�rgico «ï¿½Odio los lunes!», ponerse el cuchillo entre los dientes y… �a jugarrrrr!.

El papel del Consultor

Bloggeando por ah� he encontrado esta interesante nota en el Blog de Estratega (muy recomendable en cualquier caso).

El papel de la consultor�a estrat�gica

En resumen, dice cosas con las que estoy muy de acuerdo: el consultor aporta valor porque dice lo que no sabes, pero tambi�n porque dice lo que otros no se atreven a decir. El consultor acaba siendo, en muchas ocasiones, una «marca» para apoyar decisiones o una «cabeza de turco» sobre el que delegar responsabilidades. Lo cual, aun siendo triste, es inherente a nuestra condici�n, por lo que cuanto antes lo asumamos, ��mejor!!