Ayer escuchaba una entrevista que le hacía Gonzalo Álvarez Marañón en su podcast El Arte de Presentar al Mago More. No sé si sitúas al personaje… yo sí le tenía más o menos ubicado, de verle actuar en la tele de hace unos cuantos años. El Mago More es… bueno, mago. Con un punto cómico, y de hecho también hace monólogos, y es guionista del programa de José Mota, y sale en algunos sketches, y ha salido en Torrente… pero también tiene una vertiente corporativa, con charlas, y presentación de eventos, y ha escrito un libro…
El caso es que a lo largo de la charla Gonzalo trataba de sacarle al Mago More los secretos que podía compartir después de 25 años subido a los escenarios y más de 5.000 actuaciones. Y esto es lo que decía:
Pero es que si lo analizas, cualquiera que esté en una empresa tiene que hablar en público muchas veces en su vida. Entonces hay una falta de formación brutal, y por eso nos cuesta mucho, porque en el fondo lo que nos cuesta es prepararlo, ensayarlo, y luego salir a hacerlo. Entonces la gente se salta los dos primeros pasos, y sale directamente a hacerlo. El principal problema por el que la gente se pone nerviosa es porque no se prepara, ni más ni menos.
Preparación, preparación, y preparación.
Demasiadas veces queremos que las cosas nos salgan bien… no sé, como por arte de magia, por nuestra cara bonita. No dedicamos tiempo a preparar las cosas, y aun así pretendemos llegar y que salgan. ¿Cuál es la probabilidad de obtener un buen resultado? Te lo puedes imaginar. Lo curioso es ver cómo, a pesar de tenerlo una y mil veces comprobado, seguimos cayendo en lo mismo.
Recordaba, escuchando la entrevista, una frase que me gusta mucho y que viene del ámbito militar. «Cuanto más sudas en el entrenamiento, menos sangras en el combate». Cuanto más te preparas, más limitas el riesgo. Hace unos meses contaba mi experiencia dando una charla, y cómo todo salió según lo previsto.
¿Casualidad? No. Tampoco talento. Simple preparación, algo que está al alcance de cualquiera.
Hace tiempo escribía que los planes nacen muertos, pero tienen que nacer. No porque «hacer planes» sea una forma de hacer que las cosas pasen como tú quieres que pasen (como dice Mike Tyson, «todo el mundo tiene un plan hasta que te dan el primer puñetazo en la cara»), si no porque el propio proceso de planificación es pura preparación. Te familiarizas con la situación, y con los factores relevantes. Imaginas escenarios. Practicas respuestas. Piensas alternativas de acción. Ensayas, automatizas. Y lo repasas, y lo vuelves a repasar. Y así cuando llega la hora de la verdad tienes la mochila llena de recursos para actuar. Luego las cosas vienen como vienen, pero cuanto más te hayas preparado mejor podrás lidiar con ellas.
Nos gusta pensar que a la gente que le salen bien las cosas es porque tienen talento. O porque quizás han tenido acceso a una serie de «secretos ocultos» que a nosotros nos son desconocidos. Pero cuando nos dicen que es todo cuestión de práctica, que es algo que está en nuestra mano… ay, entonces sentimos el peso de la responsabilidad sobre nuestros hombros.
Olvídate de secretos, porque la clave es mucho más sencilla: prepararse, prepararse y prepararse.
PD.- Como ves, he añadido un episodio del podcast Diarios de un knowmad dedicado a este tema. Si te gusta, puedes suscribirte en iVoox y en iTunes, comentar, recomendar, compartir…
Es curioso, porque una de las cosas que activamente practico son las entrevistas de trabajo.
Me explico. En mi campo (desarrollo software, vamos «trabajarconordenadores» de toa la vida) se estila mucho el hacer entrevistas técnicas. Son una especie de examen de conocimientos y ejercicios. La idea ha ido degenerando desde «me puedo fiar de que esta persona sabe programar» (hay mucho programador que no es capaz, por extraño que parezca, o al menos que intenta hacerse pasar como tal) hasta auténticas oposiciones en ciertas empresas, como Google. Hay hasta libros sobre ellas (bien generales [https://www.amazon.com/Cracking-Coding-Interview-Programming-Questions/dp/098478280X], bien incluso específicamente de Google [https://www.amazon.com/Are-Smart-Enough-Work-Google/dp/0316099988]).
Además, la mayoría de las veces son evaluadas por gente que puede tener filias y fobias…
En fin, que no es sencillo en muchos casos.
Yo procuro aprovechar cualquier ocasión para «ponerme a prueba». Como ya de por sí suelen dar mucho la tabarra, no es difícil hacerlas con cierta asiduidad. Y, además, suelo cambiar de trabajo de cuando en cuando. Cuesta, claro, a nadie le gusta hacer un examen por gusto. Pero lógicamente la práctica hace MUCHÍSIMO. Al final muchas preguntas se repiten y «cantarlas» por tercera vez hace milagros. Cuando he estado buscando trabajo muy activamente (p.ej. cerró la empresa en la que estaba hace 6 años) cogía uno una soltura impresionante…
Jaime, sin duda es un ejemplo «de libro». Como tú dices, puede ser incómodo («y con lo a gusto que estoy, qué necesidad tengo»). Pero cuando llega la hora de necesitarlo, hay una gran diferencia (en preparación, en tranquilidad, en cierta sensación de «rutina») frente a quien no lo preparó.