
No sé cuánto tiempo hace que tuve mi primer contacto con el término «knowmad«, pero recuerdo que me gustó mucho. Me sentí profundamente identificado con esa forma de calificar a un perfil profesional, a sus características. Desde entonces, siempre he sentido simpatía por este concepto de «nómada del conocimiento». En este video, su creador John Moravec explica en qué consiste.
Curiosamente, el otro día cuando fui a buscar la referencia en wikipedia para enlazarla, me encontré con que los editores habían decidido eliminarla. Consideran que se trata de un neologismo que básicamente solo se usa en el entorno de su creador, que no ha cogido tracción suficiente en el resto del mundo y que, por lo tanto, no se «merece» tener un espacio propio en la wikipedia.
No puedo entrar a discutir si esto es cierto o no. Pero, independientemente de lo que opine la wikipedia, yo voy a seguir utilizando el concepto, porque después de un montón de años luchando contra una gran dificultad para etiquetarme, creo que se ajusta mejor que ningún otro que conozca a lo que soy como profesional.
Soy un conjunto de habilidades que se van desarrollando y consolidando en el tiempo. Soy unos valores y una forma de ser que determina cómo me comporto. Soy un conjunto de intereses variados y eclécticos, que además no son estables en el tiempo si no que evolucionan. Soy también la gente a la que conozco y con la que me relaciono. Todo eso, y más, es una mezcla en constante ebullición que cristaliza de múltiples y variadas formas que hacen difícil reducirlas a una o dos etiquetas tradicionales.
Durante mucho tiempo esta incapacidad para etiquetarme me hizo sentir mal, de alguna manera inferior a quienes sí podían (por su naturaleza o elección) ceñirse a una categorización más tradicional. Con lo fácil (y productivo) que es definirse como «abogado experto en fusiones y adquisiciones», «neurocirujano» o «catedrático de teología», mi obsesión era intentar «centrar el tiro». El resultado siempre fue frustrante, porque cada vez que me reducía a algo siempre tuve la sensación de estar dejando fuera demasiadas cosas.
Pero eso era antes. Ya hace tiempo que llegué a la conclusión de que todo lo que soy, con todos sus matices y su dificultad para acotarlos, no es un motivo de vergüenza, sino de orgullo. No es una debilidad, sino una fortaleza. Puedo hacer muchas cosas bien, en muchos sitios distintos, con muchas personas distintas, en muchas situaciones diferentes. Mi mezcla de habilidades, conocimientos, experiencias, relaciones, intereses… es un caldo de cultivo excelente para poder aportar valor de muchas maneras distintas, muy por encima de las limitaciones de una etiqueta. Soy adaptable, flexible, polifacético, transversal. Soy un «knowmad», y ahí fuera hay un mundo lleno de oportunidades para nosotros.