La semana pasada tuve un par de conversaciones que me hicieron reflexionar, no sin cierto pesar.
Por un lado, en la conversación con David López él puso mucho énfasis en diferenciarse mediante la especialización, «yo soy esto». Y en buscar nichos y explotarlos.
Por otra parte, tomando una caña con un antiguo compañero, me contaba que estaba a punto de licenciar unos productos de formación «muy bien armados». Estuve echando un vistazo y era el típico curso sobre comunicación, trabajo en equipo, etc, etc… con un lacito, una marca, una «metodología patentada». «Al final, es lo que te está demandando el mercado, nadie quiere que les hagas cosas a medida si no que les vengas con un producto».
Especialización. Paquetización. Así es como llegas al mercado.
Llevo años resistiéndome a esas ideas. Defendiendo que ser generalista es un valor. Defendiendo el enfoque personalizado y «artesano» por encima de la aplicación industrial y repetitiva de una metodología o un «producto». Defendiendo que frente a los vendedores de «soluciones probadas» había hueco para la exploración honesta.
No es la primera vez que me asaltan estas dudas, y de hecho ha sido algo bastante recurrente a lo largo de los años. Pero esta vez, a estas alturas, estoy empezando a «sentirlo». Quizás haya llegado el momento de rendirse, dejar atrás el idealismo y ponerse «práctico».
Meh.
especialización
Historias de profesionales independientes: David López Pazos
(Esta entrevista pertenece a la serie de «Historias de profesionales independientes«, puedes ver más en este enlace)
David López Pazos es consultor y desarrollador web especializado en Drupal. Ha hecho honor a sus orígenes gallegos con aquello de que «el gallego no protesta; el gallego emigra», y desde bien joven hizo las maletas para moverse primero dentro de España y luego fuera de sus fronteras. En lo que no ejerce de gallego es en la proverbial indefinición del que no se sabe si sube o baja; ideas claras y, más importante aún, coherencia con ellas. Hablamos con él de especialización, de globalización, de sacrificio, de reputación, de capacidad de elegir…
Cuéntanos un poco tu trayectoria profesional, ¿cómo has evolucionado? ¿cómo llegaste a ser un “profesional independiente”?
Empecé orientado al hardware y fui evolucionando hacia el desarrollo web. Me fui joven de La Coruña a Madrid y tras varios trabajos temporales entré a trabajar en una editorial durante unos 6 o 7 años. Trabajaba bastante relajado y aburrido y eso hizo que decidiese hacer lo mismo (desarrollo web) por mi cuenta, como autónomo. Realmente no pensé demasiado lo que hice así que fue un paso sencillo: «Hago siempre lo mismo para la misma empresa así que voy a trabajar para mi». No hice estudio de mercado, no sabía si había mucha o poca competencia, no eché un mal cálculo de cuanto podría o debería ganar al mes, etc. Probablemente sea el ejemplo perfecto de todo lo que no se debe hacer. Tras vivir en Madrid y Barcelona, decidí probar el mercado europeo: Londres, un año, y este año Suiza. Y de momento, aquí estamos.
La visión internacional/global, salir a UK o a Suiza… ¿fue una necesidad o un ejercicio voluntario? Una vez vivida la experiencia, ¿cuál es tu visión sobre «el mundo globalizado del trabajo», y cómo puede un profesional independiente afrontarlo?
Fue mitad necesidad, mitad voluntario. El tema es que en España hay una cantidad de trabajo y mercado limitados así como unos presupuestos también bastante bajos. Si quieres ganar más (hablamos de 2X, 3X) te tienes que mover a donde no hay esa limitación: Europa. Por otra parte, si te mueves a sitios en los cuales no trabajan con el euro en la actual situación económica es probable que sea incluso más beneficioso.
El mundo globalizado, como lo llamas, es muy interesante. En UK trabajaba en un equipo formado por un estadounidense, una italiana, un francés y yo, un español. Lo que notas es que es gente que ha salido de su tierra, voluntariamente, y eso ya marca bastante la manera de concebir el trabajo: ninguno teníamos preocupación por seguridad o estabilidad con lo que puedes arriesgar más innovando. Como experiencia, perfecta. La repetiría todas las veces que tuviese que pasar por lo mismo. Es más difícil planteárselo que hacerlo, realmente.
El mundo globalizado… me hace gracia la expresión, porque suena como algo ajeno a uno. El mundo de ahí fuera. Europa. EEUU. En la época en la que viajar no cuesta nada, no hay «ahí fuera». Uno de los problemas hoy en día es que los jóvenes (de 25 a 45) no son del todo conscientes cómo está cambiando todo. India es una potencia en informática “barata”, por ejemplo. Tienes que ofrecer una calidad extrema para competir con ellos, porque no lo podrás hacer en precio. En eso consiste el mundo globalizado: competencia donde antes no la había. Y como decía el otro día en un tweet… al mercado le da igual que te adaptes o no, el mercado no para nunca, la gente no deja de querer progresar. Todo eso ocurre cada vez más rápido y cada vez más barato.
Me hace gracia la expresión «mundo globalizado», porque suena como algo ajeno a uno, el mundo de «ahí fuera». En la época en la que viajar apenas cuesta nada, no existe «ahí afuera».
¿Qué es lo que más valoras de ser un “profesional independiente”?
Fundamental: la variedad. Soy bueno en lo que hago y me aburro fácilmente así que me impongo una limitación de 2 años en cada proyecto. Eso me permite ampliar conocimientos de mi especialidad aplicándolos a diferentes campos (ONGs, banca, startups, etc). Segundo: libertad. Cuando eres especialista en un campo tienes más control sobre los proyectos: puedes poner condiciones, aceptar sólo proyectos que planteen un reto, cambiar de ciudad y/o recorrer diferentes países y, sobre todo, conocer diferentes culturas de trabajo. Esto último es especialmente satisfactorio ya que las formas de trabajar a lo largo de Europa, aunque compartan rasgos comunes, tienen matices que ayudan a tener una mente más abierta a la hora de encarar proyectos.
Cuanto más especialista eres, más control puedes ejercer sobre los proyectos en los que te involucras
¿Cuáles son las mayores dificultades a las que te encuentras?
Hay muchísimas dificultades pero la que para mí la principal es el papeleo. Esto varía mucho si trabajas sólo para un país o si provees servicios a varios países, pero el papeleo siempre es común a todo: Control de facturación, control de gastos, plazos de presentación de impuestos, etc. Lo que aprendí tarde y a golpes: Contrata siempre un asesor y un contable. Aunque lleves tú también la contabilidad te quitarán muchos quebraderos de cabeza. Es el dinero mejor invertido.
Otro inconveniente que he sufrido teniendo clientes en España, UK, Suiza y EEUU es que el mundo no está preparado para el profesional «global». Si no eres una gran empresa es muy difícil encontrar proveedores de servicios globales: no hay proveedores de telefonía mundiales (que ofrezcan el mismo servicio en diferentes países), contables, alquileres de apartamentos, etc. Todo está todavía muy pensado para gente que va a establecerse a un sitio, no a transitar durante unos meses. Esto va cambiando pero muy lentamente.
El mundo no está preparado para el profesional «global»
Y más relacionado con el trabajo en sí mismo: ponerte precio. Es bastante difícil ponerle precio a lo que uno hace, ya que no sabes si aciertas o te quedas corto. Tienes que ser consciente de lo que ofreces y de lo que ofrece la competencia. A veces creerás que te pasas y otras que te quedas corto. No hay consejo aquí. Yo siempre he creído que soy caro y sin embargo prácticamente nunca me han discutido un presupuesto, así que…
¿Qué habilidades crees que son fundamentales en esta situación?
Honestidad con el cliente, siempre, por encima de todo. Saber lo que puedes hacer y lo que no, a donde puedes llegar y donde te quedas corto y no abarcar más de lo que puedes producir. Una reputación es lo más difícil de conseguir y lo más fácil de perder y más en un mundo conectado 24h y dónde todos nos acabamos conociendo por un cruce u otro. A veces es mejor dejar pasar una oportunidad «irrechazable» que aceptarla y que el cliente no quede satisfecho. Los profesionales independientes tendemos al ego y a veces perdemos el foco de lo importante: el cliente siempre tiene que estar satisfecho, porque es el que repetirá o te traerá más clientes. El cliente lo es todo.
Una reputación es lo más difícil de conseguir y lo más fácil de perder y más en un mundo conectado 24h y dónde todos nos acabamos conociendo por un cruce u otro
También son importantes las habilidades de comunicación. Es un handicap para mí, carezco completamente de ellas. No sé expresarme y eso es un fallo imperdonable. Normalmente espero que mi trabajo hable por mí, pero no es buena política. Un curso de habilidades de comunicación está en mi “debe”.
Adaptabilidad. La carga de trabajo no es siempre la misma, lo que cobramos a final de mes varía muchísimo, los clientes son muy diferentes unos de otros. Si no eres capaz de adaptarte a entornos completamente diferentes mejor no meterse a ello.
Si no eres capaz de adaptarte a entornos completamente diferentes mejor no meterse a ello
Esa adaptabilidad, incluida la capacidad de «hacer las maletas»… ¿cómo la gestionas a nivel personal? ¿no supone un desgaste?
Sí, sin paliativos, un desgaste brutal. No es una vida para gente con familia o que necesite pasar tiempo con los suyos.
Yo he logrado reducir «mi vida» a lo que cabe en mi coche, literalmente. Si algo no cabe, no lo llevo. Pero hay que tener en cuenta que ahora mismo sólo somos mi mujer y yo, sin hijos. Eso ha facilitado la movilidad… a un coste: la carrera profesional de ella se resiente. Cuando viajas a diferentes países, o dejas a tu mujer atrás y vas de visita o va contigo sin poder «anclarse» a un sitio.
Los amigos y la familia también se resienten. Mis amistades (4 amigos tengo) están en La Coruña. Los veo de año en año y aunque hable con ellos por Twitter, Skype, etc, se echa de menos el tomar un café y compartir vida. Es más frío. En las mismas, nunca haces círculo de amistades permanentes porque estás muy de paso.
Es un estilo de vida que puedes llevar de los 30 a los 40, cuando no tienes hijos. Tengo asumido que cuando llegue el primer mocoso, habrá que establecerse en un sitio y desplazarse semanalmente a donde estén los clientes.
¿Qué herramientas utilizas para facilitarte el trabajo?
Soy un desastre con las herramientas. Casi ninguna se adapta completamente a lo que quiero, así que tiro del «pack estándar»: un MacBook Pro, siempre conmigo, a cualquier lado. Gmail para correo y calendario. Para el resto de temas relacionados con mi trabajo un servidor privado virtual; me permite montar mi propio sistema de backup sin depender de dropbox, google drive o similar y es el servidor que utilizo para enseñarle los trabajos a los clientes.
Protip #1: A tu ordenador de trabajo hazle un buen seguro que incluya equipo de sustitución. Será el segundo dinero mejor invertido.
Protip #2: Tener backups automatizados de tu trabajo siempre te sacará las castañas del fuego en caso de incendio. Y créeme, los incendios ocurren.
Hablando de clientes: LinkedIn, una herramienta infravalorada. Es cierto que un gran porcentaje de perfiles están aumentados, pero para los profesionales especialistas sigue siendo al sitio al que los recruiters acuden antes de poner ofertas de trabajo en otros portales. Su principal ventaja: es inmediato, ahorra tiempo.
Has hablado de Linkedin, y algún día en twitter has mencionado que es una fuente importante de contactos profesionales. ¿Cómo gestionas tu presencia en Linkedin? ¿Qué consejos podrías dar para sacarle el mayor provecho posible?
No lo gestiono para nada. La gente no lee lo que compartes, le da igual tu opinión en tal o cual tema. Lo que el cliente busca es cubrir una necesidad puntual que tiene: ofrécele eso. Tengo compañeros que ponen cientos de cosas sobre lo que hacen y títulos muy «sonoros». Mira, no, olvídalo, vives en la época del tweet, 140 caracteres, consumo rápido.
Lo que el cliente busca es cubrir una necesidad puntual que tiene: ofrécele eso
Tips:
- No obligues al posible cliente a descifrar lo que haces: “Senior Drupal Developer”. En tres palabras está lo que hago y la experiencia que tengo haciéndolo.
- Compartir opiniones puede traerte clientes o puede alejártelos. LinkedIn es para buscar clientes, no te metas en profundidades: Haces esto, éstos son clientes anteriores, éstas son las posibilidades de contacto contigo. Todo bien claro y accesible.
- Si eres especialista en algo te contactarán muchos recruiters cada día. Semanalmente, tengo unas 5 o 6 ofertas genéricas y 1 o 2 más en firme de las cuales unas interesan, otras son para “tirar la caña”. Responde siempre a todas. Siempre. La gente se fija en quien responde aunque sea para decir que no estás interesado.
- Relacionado con el primer punto: Quien mucho abarca, poco aprieta. Manido pero real. Si eres especialista, lo eres, no pierdas el tiempo diciendo que sabes usar tecnologías a nivel usuario. Sé profesional. Los CV “genéricos” o de relleno huelen de lejos.
- Si vas a meterte al mercado internacional, además del perfil en inglés, mejora y asegúrate de contestar correctamente en inglés. Cuando buscan un especialista el idioma es secundario, pero importa.
¿Qué reacciones sueles encontrar a tu alrededor (entorno familiar, amigos, conocidos, etc.) cuando conocen tu forma de trabajar?
La reacción es muy diferente con familia y con amistades. La familia (padres) es más tradicional, sólo emigraron en la postguerra y para volver a Galicia tan pronto pudiesen. Para ellos no tener un trabajo seguro es raro. Ven el mundo con la mentalidad del que ya está jubilado y no comprende del todo como ha cambiado éste. Ellos no ven la globalización y la competencia al nivel que lo ven mis amigos, por ejemplo, con una edad más similar a la mía. Y dentro de mis amistades, los hay que prefieren la tranquilidad de un puesto estable a la inestabilidad de tener que buscar clientes y proyectos constantemente.
Un factor fundamental que a veces se da por supuesto y se obvia: tu pareja. Es importante que comparta tu estilo de vida porque si vais por caminos diferentes (estabilidad vital en un caso, inestabilidad vital en el otro) la pareja es lo primero que se resiente.
¿Qué reacciones sueles encontrar en el ámbito profesional (posibles clientes, etc.) cuando conocen tu forma de trabajar?
Normalmente, extrañeza. Cuando un posible cliente me contacta y me cuenta el proyecto que quiere hacer mi respuesta siempre es honesta: si no veo potencial en el proyecto, lo digo. Si creo que es un buen proyecto, lo digo. Si creo que se podría realizar de otra manera, lo digo. Como decía antes: la honestidad tiene que ser total, siempre, aunque eso signifique que no terminaré realizando el proyecto. Tengo la suerte de no necesitar buscar clientes y eso me da la libertad de ser totalmente franco con ellos. No tengo que hacer una labor de «venderme» diciendo lo que el cliente quiere escuchar y, al no ser lo habitual, eso es un signo de diferenciación. Además, trabajo sólo con un cliente a la vez para poder ofrecer un servicio dedicado al 100% y eso se aprecia. Y se paga.
Dibujas un panorama en el «no tienes que buscar clientes». ¿Cómo has llegado a ese punto en el que tienes tú «la sartén por el mango»?
Especialización. En parte por suerte y en parte por fijarme. Soy experto en una tecnología demandada y en la que no hay demasiada competencia. Baja oferta, alta demanda: la base para el éxito. Gracias a esto he ido trabajando con clientes de más nivel cada vez y al final unos llaman a otros. Si ven que trabajas con un gran banco, piden referencias, si son buenas, ganas otro cliente, etc. Realmente lo complicado (y largo, casi 8 años he tardado) es forjar una reputación pero cuando lo consigues es más fácil acceder a otro tipo de mercados.
Realmente lo complicado y largo es forjar una reputación pero cuando lo consigues es más fácil acceder a otro tipo de mercados
Vinculado con lo anterior, al menos desde fuera la sensación es que en el sector del «desarrollo web» hay mucha competencia, ¿cómo hace uno para diferenciarse?
De nuevo: especialización y conocer tu competencia. En España es muy raro que los desarrolladores quieran salir al exterior así que aprovechas eso. En UK interesan desarrolladores españoles porque (en teoría) cobran menos. Ahí tienes hueco. Por otra parte, en UK el mercado lo copan las agencias de comunicación y no le gustan a casi nadie. Aprovechas y te presentas como desarrollador freelance que cobra menos (en teoría) que ellas.
Básicamente se trata de buscar los pequeños huecos de mercado que aparentemente no son demasiado interesantes pero que si lo haces correctamente y respondiendo al 110% de las expectativas, dará resultado a medio/largo plazo.
Y trabajar, mucho. Salvo este año que he empezado a dedicar los fines de semana al asueto, no sé lo que son vacaciones, no sé lo que son horarios, no distingo vida laboral de familiar, no hay horas suficientes en el día. Habrá quien no comparta esta visión del trabajo, pero ahí está la diferenciación y lo que ahora me permite vive más relajado ganando más. Si no echas todas las horas posibles entre los 20 y los 40, no pretendas vivir bien a los 50.
Si no echas todas las horas posibles entre los 20 y los 40, no pretendas vivir bien a los 50
Siendo un especialista, imagino que tendrás que afrontar un equilibrio entre «ser productivo» (en los trabajos para los clientes) y «mantenerte al día». ¿Cómo afrontas ese equilibrio?
No hay ese equilibrio, al menos ahora mismo. Si quieres ser «top» en tu campo tienes que sacrificar ciertas cosas. Yo he sacrificado ser experto en otras tecnologías a cambio de serlo en “la mía». Gracias a eso ahora dispongo de tiempo y posibles para orientar mi carrera en otras direcciones. Como yo lo veo, y no es aplicable a todo el mundo, al final se trata de elegir y ceñirte a algo. ¿Me veo haciendo lo mismo dentro de 10 años? No, pero si todo va correctamente podré orientar mi carrera en otra dirección aún teniendo que invertir un par de años en ello.
¿Cómo crees que evolucionará el mundo del trabajo? ¿Qué rol crees que jugarán los profesionales independientes en él?
Imposible saberlo. Siempre que ha habido una revolución (y estamos en una) han desaparecido trabajos pero han aparecido otros. Los profesionales independientes y, particularmente, los que estén especializados en un campo muy demandado se llevarán el gato al agua en el tema económico. Siempre habrá trabajos que, no realizándolos una máquina, no serán lo suficientemente demandados y serán «de batalla». Sin embargo la especialización se paga en nichos de mercado. Quizá parezca que le doy demasiada importancia al dinero pero, al final, que el dinero no sea una preocupación (por estar bien pagado) te permite una mayor libertad a la hora de realizar tu trabajo. Y tu trabajo es que el cliente esté satisfecho.
Soy una nube (de tags)
Tras un periodo más o menos largo de relativa estabilidad profesional, vuelvo a enfrentarme a uno de mis temas recurrentes: el de»cómo definirme», el de «cómo presentarme». Los más viejos del lugar recordaréis que es algo que he tratado en el pasado (de hecho, ¡desde el primer mes de blog!), que cada X meses sentía esa inquietud sobre cómo reflejar mi yo «polímata» y si era posible reducirlo a un nombre. Incluso llegué a preguntar cómo me veían los demás a ver si por ahí sacaba algo en claro.
El otro día charlaba con un compañero que estaba un poco en esa misma tesitura… «¿Qué pongo en mis tarjetas de visita?». En ese momento lo vi claro… «¿por qué no lo ponemos todo?». Porque eso es lo que somos. Es imposible que cualquier simplificación nos haga justicia, y en el camino perderemos muchos matices relevantes.
Así que planteé (para él, y para mí) lo siguiente: hagamos un brainstorming en el que pongamos todas las características que creamos que nos definen. Áreas de interés, valores, rasgos de la personalidad… nos salieron decenas de palabras. Intentemos agruparlos/simplificarlos, pero solo hasta donde tenga sentido; a lo mejor pasamos de 90 a 60, pero lo importante es no dejar fuera ningún matiz que nos parezca importante. ¿Somos capaces, además, de establecer una cierta jerarquía entre ellos? ¿De separar los «esenciales» de los «complementarios»? Hagamoslo también.
Y para poder mostrar este batiburrillo, recurrí a la «nube de tags» o nube de etiquetas, una interesante representación visual de texto jerarquizado, donde una serie de conceptos «pesan más» (aquellos que has definido como más relevantes) y otros «menos» (pero ahí están). El que quiera quedarse con lo esencial, se fija en las «letras gordas». El que quiera bucear en los matices, a la letra más pequeña.
Me gustó el ejercicio. Me sentí representado, mucho más de lo que me he sentido por otras vías. Tanto, que voy a empezar a usar mi «nube de tags» para identificarme. Porque «lo que soy» son muchas cosas, entre las que creo que tienen mucha importancia el «cómo soy». Es más, esta nube de tags representa a quien yo soy a día de hoy (o creo ser; que siempre hay una distorsión entre lo que uno cree que es y lo que los demás perciben)… y es muy posible que a lo largo del tiempo (semanas, meses, años) vaya variando; posiblemente no en lo esencial, pero si puliendo matices, añadiendo o eliminando áreas de interés, etc.
Seguramente sea un enfoque confuso para muchas personas, acostumbrados como estamos a «encajonarnos» en clasificaciones cerradas. Pero yo ya me cansé de intentar definirme en dos o tres palabras; son demasiado pocas.
Demasiados F-6, o ¿qué podrías hacer tú en caso de crisis global?
Hace poco leía una novela, «Guerra Mundial Z». En ella se narra la evolución de una hipotética guerra total contra un enemigo, digamos, «peculiar» (tampoco es que la trama sea un secreto, pero por si acaso lo dejo ahí). El caso es que el mundo, tal y como lo conocemos, se cae en pedazos. Y los restos de la civilización que conocemos tienen que reagruparse, reorganizarse y buscar la forma de luchar.
Y diréis, ¿a cuento de qué viene esto ahora? Bueno, pues en uno de los pasajes de la historia hubo un párrafo que me hizo pensar. Están hablando de los esfuerzos de reconstrucción (el que habla es el encargado de esa tarea), y de cómo en ese momento se necesitan «herramientas y talentos».
«Por talento nos referíamos al potencial de mano de obra, su especialización en distintas áreas de trabajo, y cómo ese trabajo podría ser utilizado de forma efectiva. Siendo generosos, nuestro censo de talento estaba bajo mínimos. Antes de la guerra, la nuestra era una economía post-industrial, basada en servicios, tan compleja y altamente especializada que cada individuo solo podía funcionar dentro de los estrechos márgenes de su pequeño nicho de actividad. Tendrías que ver los títulos que figuraban en nuestro primer censo: todo el mundo era algún tipo de «ejecutivo», «representante», «analista» o «consultor», todos perfectamente adaptados al mundo de antes de la guerra, pero totalmente inadecuados para la crisis actual. Lo que necesitábamos eran carpinteros, albañiles, mecánicos, herreros… claro, también teníamos de esos, pero ni de lejos todos los necesarios. El primer censo dejó claro que más del 65% de la población civil debía considerarse como F-6, sin habilidades valiosas. Era necesario un programa masivo de readaptación laboral. Dicho en pocas palabras, muchos oficinistas tenían que aprender a mancharse las manos»
La hipótesis de la que parte esta novela es poco probable. Pero hay otras hipótesis que a lo mejor no lo son tanto. De vez en cuando me da por pensar que vivimos en una sociedad un tanto de «cartón-piedra», con cimientos mucho más débiles de lo que creemos. Que damos muchas cosas por sentadas, cosas que a lo mejor no son tan sólidas. Y que el día menos pensado viene un viento (en forma de desastre natural, de colapso económico, de conflicto armado, de cambio social), todo se nos derrumba como un castillo de naipes, y nos vemos enfrentados a un mundo para el que no estamos preparados, donde nuestras presuntas habilidades (las que hacen que nos vaya bien aquí y ahora) no valen para nada.
«Qué exagerado, eso nunca va a pasar». A veces se nos olvida que nuestro «aquí y ahora» son una excepción. La mayor parte del mundo no vive como nosotros; la mayor parte de la Historia nosotros mismos no hemos vivido como vivimos ahora.
Pero bueno, ójala no pase nunca; y si pasa, ya se verá.
¿Cómo se presentaba Leonardo?
¿Cómo se presentaría a sí mismo Leonardo da Vinci? (vaya, ya está Raúl con sus paranoias…). No, en serio. Pensadlo por un momento. Estamos hablando del prototipo de genio multidisciplinar, que ha quedado para la Historia como icono del hombre renacentista. Artista, científico, ingeniero, inventor, anatomista, escultor, arquitecto, urbanista, botánico, músico, poeta, filósofo y escritor… dice la wikipedia que eso es «polímata». La cuestión es… si en aquella época hubiesen existido las tarjetas de visita… ¿qué pondría debajo de «Leonardo da Vinci»?. Si en aquella época hubiese existido twitter… ¿cuál sería su «bio»? ¿De qué manera cabría acotar en una etiqueta o breve frase todo lo que Leonardo era, todo lo que Leonardo podía aportar, sin dejar fuera aspectos enormemente relevantes?
Lo digo porque, hoy igual que ayer, yo sigo con uno de mis temas recurrentes: cómo definirme, cómo acotarme, cómo proyectarme al exterior. Porque, aunque lejos de considerarme un «Leonardo», sí comparto con él una cierta tendencia a la multiplicidad de intereses. Algo que estoy convencido que, lejos de empobrecerme, me enriquece a nivel personal… y también a nivel profesional, porque creo que la multidisciplinariedad es un factor cada vez más importante en este mundo complejo y dinámico en el que vivimos, y te pone en disposición de aportar más valor a un proyecto (bien como empleado, bien como colaborador externo). Pero los mensajes que te llegan son que no, que si quieres llegar a «tu mercado» tienes que definir una «propuesta de valor» clara y especializada y ceñirte a ella, sin despistar con otras cuestiones…
Y yo me resisto, coñe. Lo que ya no sé es si me resisto por convicción, o por pura incapacidad. Estaría bonito poder hablar con Leonardo, a ver qué pensaba él de todas estas cosas.