Presentar bien, ¿cuestión (solo) de tablas?

El otro día hice una presentación, de la cual recibí comentarios bastante positivos. «Se nota quién tiene tablas en esto», me decían. Y hombre, sí, no cabe duda que la experiencia ayuda.
A mí nunca me había importado demasiado «exponer en clase». Cuando apenas llevaba 4 meses en mi primer trabajo, me «tocó» amenizar la cena de navidad de la empresa. Mi «soltura» (probablemente no elevada en términos absolutos; pero si lo comparamos con la media…) hizo que alguien se fijase en mí para trabajar en un área de formación; es decir, más «experiencia» a la hora de ponerse delante de un auditorio. Y, como una bola de nieve, cuanto más lo haces mejor se te da. No creo ser un presentador «de nivel mundial», ni mucho menos, pero creo que estoy bien por encima de la media del mundo corporativo. Y sin duda la experiencia es un grado.
Pero… ¿es todo cuestión de experiencia, de «tablas»? No lo creo.
Hacer una buena presentación tiene mucho de técnica, tanto a la hora de prepararla como a la hora de ejecutarla. Y como tal técnica, es susceptible de ser aprendida. Es cuestión de tomarse interés, de leer, aprender y practicar. Si uno simplemente espera convertirse en un buen «speaker» por el mero paso del tiempo… lo siento, eso no va a pasar. Y claro, también es cómodo esconderse tras un «es que yo no tengo experiencia» o «es que yo no tengo habilidades naturales» para no mejorar.
Teniendo en cuenta que «comunicar» es (al menos desde mi punto de vista) una habilidad fundamental en el mundo corporativo… creo que es algo a lo que merece la pena dedicarle tiempo y esfuerzo. Sí, las «tablas» ayudan, pero no creo que sea lo fundamental.

Los siete trucos (*) de Tamariz para hablar en público


El otro día tuve el enorme privilegio de asistir a una función de Juan Tamariz, considerado por muchos el mejor mago del mundo. Tengo el recuerdo de Tamariz desde que, en los años 80, participaba en el mítico programa de televisión 1, 2, 3. Y hace poco se me metió en la cabeza que estaría bien ver uno de sus shows en directo. Dio la casualidad de que, en el marco del Festival Internacional de Magia de Madrid, tocaba función en la capital… así que me agencié una entrada.
Qué gran acierto. Qué espectáculo tan extraordinario. Qué divertido, qué fascinante, qué… mágico. Salí entusiasmado, después de ver cómo un señor de casi 70 años entretenía durante más de dos horas a un público entregado. Pasé gran parte de la función con la boca abierta, y otra parte importante riendo a mandíbula batiente. El resto, aplaudiendo a rabiar, como un niño pequeño, como hacía muchos años que no aplaudía. Vi, con mis propios ojos, magia.
Todavía en éxtasis por lo que presencié, me puse en plan analítico. ¿Qué podemos aprender los demás de Juan Tamariz cuando nos subamos a un escenario a hablar en público?

  • Naturalidad: Tamariz en el escenario es absolutamente natural. No hay un gesto, un chiste, un chascarrillo… que resulte forzado. Donde a otros se les nota sobreactuados («ahora tengo que poner esta voz; ahora toca mover el brazo así; ahora tengo que levantar una ceja»), Tamariz hace que todo fluya, que todo parezca en su sitio. No me cabe duda de que el espectáculo está una y mil veces ensayado, que todo está definido de antemano; pero a la vez está (quizás por el propio efecto de haberlo ensayado tanto) tan perfectamente pulido que resulta natural.
  • Cercanía: hay quien, además de la barrera natural que supone muchas veces el escenario con respecto a la audiencia, se encarga de levantar una barrera adicional; «yo estoy aquí arriba, vosotros ahí abajo… yo estoy por encima de vosotros». Tamariz se encarga de romper cualquier barrera. Es, simplemente, uno de nosotros. En su lenguaje, en su actitud… no hay nada que te aleje de él, sino más bien al contrario.
  • Humor: el humor es un gran lubricante para la transmisión de ideas, para alcanzar la sintonía en la comunicación, para dejar huella. El humor relaja, entretiene. Y Tamariz es divertido, muy divertido.
  • Gestualidad: la capacidad de comunicación del lenguaje no verbal. Tamariz utiliza todo su cuerpo para comunicar. No duda en explotar su punto histriónico, sin vergüenza ninguna, para acompañar lo que dice. Sube, baja, corretea, grita, hace caras, mueve los brazos, tira el sombrero… se abre la camisa y muestra la pelambrera, enseña la calva… y por supuesto, toca el violín. Lo que haga falta.
  • Expectación: recuerdo uno de sus números, con un mazo de cartas. Una pequeña cámara enfocaba su mano mientras sujetaba las cartas, y una pantalla reproducía el momento. En ese momento miré a mi alrededor; más de mil personas tenían la mirada fija en la pantalla. Y lo que me resultó más impresionante: no se escuchaba a nadie ni respirar. Silencio absoluto, atención plenamente concentrada en lo que iba a pasar. Si eres capaz de crear un momento como ése… es que verdaderamente has conseguido impacto.
  • Involucración de la audiencia: el espectáculo de Tamariz no es del tipo «yo hablo, vosotros miráis». Está permanentemente haciendo participar al público. No sólo con el «necesito un ayudante», sino que interpela a personas por aquí y por allá, moviliza al público (recuerdo un momento en el que todos a la vez ejecutamos un «pase mágico»…). Pero, de nuevo, todo con naturalidad, alejado de esos momentos incómodos que a veces se producen cuando alguien insite en «ahora tienes que hablar tres minutos con el señor que tienes al lado». En su punto justo.
  • Pasión: uno podría pensar que, con casi 70 años y toda una vida en los escenarios, Tamariz debería estar cansado. Que podría adoptar una actitud funcionarial en sus espectáculos, «vengo, hago lo mío, cobro y me voy». Lo que yo vi en el escenario fue un niño absolutamente entusiasmado con lo que hacía. Me lo imaginaba en su casa, dando saltos y palmitas cada vez que ejecutara un número. Y esa pasión, ese entusiasmo, es la piedra angular que sirvió como catalizador de todo el espectáculo. Sin pasión, ¿cómo vas a emocionar, a conmover… a comunicar? Vale, no todas las materias del mundo son susceptibles de ser vividas con pasión (¿o sí?). Pero si no sientes pasión por lo que dices… ¿para qué te subes a un escenario? Es tiempo perdido, para ti y para quien te va a ver.

En definitiva, sé que no todos podemos ser Tamariz. Pero si podemos acercarnos, aunque sea un poquito… conseguiremos comunicar mucho mejor.
(*) Qué juego de palabras, oigan 😀

Monólogo o conferencia

Hoy aterrizaba, gracias a un tuit de Ángel, en esta conferencia de Seth Godin. He estado viéndola durante sus 20 minutos, con una sensación extraña: ¿estaba viendo una conferencia, o un monólogo tipo «club de la comedia»? Lo cierto es que se parece más a lo segundo que a lo primero. ¿Es, por lo tanto, una pérdida de tiempo? ¿Es «poco profesional»? Lo dudo.
En primer lugar, con este formato ha conseguido algo fundamental: que la vea de principio a fin. Algo que otras conferencias, más clásicas, muchas veces no consiguen. Sí, puede que el contenido pueda ser interesante, pero sin un continente agradable, de fácil digestión… lo más probable es que me acabe aburriendo más pronto que tarde, y desconectando: dejando mi mente vagar (si no tengo más remedio que estar físicamente presente, como ocurría en muchas de las clases a las que asistí), levantándome y marchándome (si es una posibilidad), o haciendo click para cerrar la ventana.
«No, pero es que tienes que esforzarte». No, amigo. Como dice el propio Godin en la conferencia, si yo pienso que es aburrido… ES aburrido. Si tu objetivo es que yo me interese por lo que tienes que decir, y no me intereso… el que tiene un problema eres tú más que yo. Otra cosa es que simplemente quieras cumplir el expediente, pero ésa es otra historia.
«Claro, mucho jiji y jaja pero te quedas con pocas ideas». Discrepo. Más vale una conferencia divertida que atraiga mi interés y consiga que me quede con dos o tres ideas fundamentales, que una presentación llena de conceptos y detalles de los que no voy a retener nada. Creo que la misión de una conferencia no es «transmitir conocimientos»; para eso existen otros medios mucho más eficaces a los que, además, puedo recurrir a demanda. El breve tiempo de una conferencia debe, a mi modo de ver, usarse para para inocular cuatro ideas fundamentales en los oyentes y despertarles el interés por una determinada materia: por conocer más, por profundizar, por aplicar esas ideas a su propia realidad.
El problema es que es bastante más fácil preparar una conferencia en modo clásico, aunque aburra a las ovejas, que poner en marcha una representación (que al fin y al cabo eso son los monólogos) capaz de involucrar a la audiencia.

El arte de hacer presentaciones

Hoy adjunto una colección de presentaciones, elaboradas por Alberto de la Vega y Eduardo Simón de la Fuente (y a las que he llegado gracias a David Bartolomé), sobre presentaciones eficaces (valga la redundancia) al «estilo zen». Un tema del que ya he hablado en anteriores ocasiones y que me parece fundamental para cualquiera que pretenda hablar en público; lo que me gusta de esta recopilación es que es muy clara en el mensaje, y está muy bien hecha en lo formal. Claro, lo interesante sería verles en directo (es lo que tienen las presentaciones eficaces; que están preparadas para ser una comunión de documento y discurso). Pero bueno, ahí van (las he puesto en inglés, pero también están disponibles en castellano):

No lo subas a Youtube

Hace ya un buen montón de años (del orden de 9, más o menos) mi jefe y yo preparamos una presentación superchula para un evento sobre creatividad. Al ritmo de The Crystals y su Da Doo Ron Ron se sucedían imágenes en blanco y negro (que él había escaneado de un libro de fotografías de los años 40-50, algunas bastante curiosas) y «mensajes» (del tipo «intenta lo imposible» y similares). Fue una currada importante (maldita la hora en la que se me ocurrió enseñar en la oficina «el Flash» y lo que se podía hacer con él… ¡todo el mundo quería que sus aburridas presentaciones powerpoint fuesen migradas para tener música y movimiento! – por supuesto, de las complejidades de hacerlo no querían saber nada) y el resultado (no es porque la hiciera yo) molaba.
El caso es que hace unos meses, hablando con este ex-jefe (con quien mantengo buena relación), me acordé de esta presentación. «Oye, tú que lo guardas todo, no la tendrás por ahí, ¿verdad? Porque yo la he perdido de vista» «Ah, pues sí, aquí la tengo» «Oye, pues mándamela, que me haría ilusión tenerla; la subo al youtube, la pongo en el blog…»
«Eh, no, no la subas a Youtube; que todavía podemos aprovecharla». Ojos como platos. ¿Aprovecharla? Él hace años que no trabaja en consultoría, sino en una empresa «de verdad» en la que una presentación sobre «creatividad»… como que no va a usar nunca jamás. Aun así, estamos hablando de algo de hace 9 años. Por no hablar de lo convencido que estoy de que, incluso pudiéndola reutilizar a día de hoy, su impacto y difusión será mucho mayor si la pones a disposición de cuanta más gente mejor en vez de guardártela en lo más profundo de tu disco duro hasta que un día la pones ante un auditorio de 20-30 personas.
En fin, todavía sigo esperando. No por que se niegue a mandármela (la organización nunca fue su fuerte: puede perfectamente haberse olvidado del tema). Lo que tengo claro es que, en cuanto me llegue, a Youtube que va.

Video blogs y empresas

Como ya os comenté, la charla que dí en Asturias el pasado octubre sobre blogs y empresas se grabó. Y aquí está el resultado. Es una horita de intervención mía (más los 10 minutos que se tomó el presentador para su tarea…) hablando de «cositas 2.0». ¿Un poco largo, quizás? Bueno, era para lo que me habían «contratado» 🙂
En fin, aquí lo dejo para quien le apetezca echarle un vistazo

Powerpoints sin hilo argumental

Si hace unas semanas hablábamos de los milagros del powerpoint, varias experiencias recientes me llevan a reflexionar sobre uno de los aspectos, para mí, más necesarios para poder hacer una presentación efectiva: el hilo argumental.
He asistido en los últimos tiempos a algunas presentaciones que me han resultado embarulladas y un tanto caóticas, en las que se saltaban de unos temas a otros sin solución de continuidad y sin una relación clara, en las que te llegabas a preguntar en algún momento «¿y esto qué tiene que ver con lo anterior?» o «¿Y esto a qué viene ahora»?. Y al ir avanzando las piezas tampoco acababan de encajar. En algunos casos llega a dar la sensación de que el orador ha cogido trozos de diferentes presentaciones, las ha juntado y hala, a contarlas.
Para mí, una presentación requiere un guión claro, con una conclusión concreta que se quiera alcanzar («¿a dónde quieres ir a parar?») y un conjunto de argumentos que vayan guiando la atención del que la escucha hacia esa conclusión final. En fin, una estructura narrativa medianamente lógica y coherente.
Creo que es, muy por encima de colores, tipografías o fotos bonitas, la esencia de una buena presentación. Y es lo que intento trabajarme en primer lugar cuando me toca a mí preparar una.
Y me atrevería a decir que la prueba del nueve es sencilla: si en el último minuto de tu presentación puedes hacer una recapitulación lógica de todo tu discurso, en la que puedas demostrar cómo tus argumentos han ido fluyendo hacia la conclusión (al estilo de «hemos empezado viendo A, luego hemos visto cómo influye B y cómo, por lo tanto, llegamos a la conclusión C»), entonces lo has logrado. Si tú no consigues darle lógica a lo que cuentas… entonces imagínate cómo se quedarán los que te escuchan.

Opiniones sobre el curso de "Sensibilización y formación 2.0"

El viernes por la tarde estuve haciendo uno de mis cursos de sensibilización y formación 2.0 . Tenía cierta inquietud, al fin y al cabo era el primero de los cursos con el formato de 4 horas que hacía. ¿Gustaría? ¿Estarían bien ajustados los tiempos? ¿Funcionarían bien las actividades que planteaba? ¿Resultaría entretenido, útil? ¿Se haría largo? ¿Quedaría demasiado superficial, o por el contrario, demasiado profundo?
A parte de las sensaciones que uno pudiera sacar «en vivo y en directo», pasé al final del curso una hoja de evaluación (algo que me parece imprescindible cuando uno imparte sesiones de formación: es la forma de captar el feedback estructurado de los asistentes, y por lo tanto de mejorar), y hoy he estado tabulando las respuestas.
En general, ha resultado bastante satisfactorio. Han valorado muy bien el interés del contenido, la utilidad, mi preparación, la amenidad de las clases… quizás el cuadro que más me guste (aunque no sea en el que más puntuación he sacado) sea éste: ¿recomendarías este curso?

Curso Digitalycia

En una escala de 7 puntos, 5 asistentes han dado la máxima puntuación y el resto, la inmediata inferior. Si a eso le sumamos algunas afirmaciones textuales (a la pregunta de qué me ha gustado más: «lo ameno, claro y entretenido que ha sido», «las experiencias personales de Raúl», «el contenido e información me puede ayudar en mi trabajo», «muy ameno y profundo sin ser pesado», «muy bien explicado», «la amenidad, participación y claridad», «lo rápido que ha conseguido Raúl adentrarnos en este mundillo»…) pues en fin, que me quedo bastante satisfecho.
¿Nada que mejorar? Por supuesto que sí. Me encantaría que en el gráfico anterior todos los asistentes estuvieran en la puntuación máxima, y en eso es en lo que voy a seguir trabajando. Quizás de los matices que más se repiten es que la sesión pudo resultar «un poco larga» (realmente estuvimos cuatro horas con apenas 15 minutos de descanso, y para más inri un viernes por la tarde y en horario «no laboral»: y aun así parece que no se les hizo demasiado cansino…), que la introducción quizás ocupara demasiado (es toda la parte dedicada a «sensibilización»… aunque creo que es porque el colectivo ya estaba un poco sensibilizado) y que les hubiera gustado profundizar más en «aplicaciones prácticas». Lo que pasa es que ahí ya empezamos a rozar el larguero de lo que es un curso y de lo que es consultoría… aunque seguro que todo se puede mejorar.
En fin, una buena y satisfactoria experiencia. ¿Quién quiere ser el siguiente? 🙂

Presentación Blogs y Empresas

Hoy era el día de mi presentación sobre blogs y empresas en Asturias. Aquí estoy en el hotel, interneteando un rato (gracias a la wifi abierta de un amable vecino: si no lo haría con el 3G, pero esto es aún más sencillo…) después de un intenso día: primero un tranquilo viaje hasta Avilés (impresionante el tramo León-Oviedo, con esas montañas imponentes que ya mostraban las primeras nieves, pero con un sol de fábula), luego encontrar el hotel en Avilés (gracias al Google Maps en el móvil… no, no tengo GPS), y ya me vinieron a buscar para comer, luego a la charla, luego el «vino español» (unos «canapiés» muy ricos, todo sea dicho de paso)… y ya de vuelta al hotel cansadete, mañana de vuelta.
Antes que nada: mil gracias a Chemy y compañía por su hospitalidad, y también a José Manuel «evangelista» y su gente por toda la organización… la verdad es que da gusto con gente así.
Cuelgo aquí la presentación que hice. Como veréis, ésta es más «presentación-presentación», es decir, material ilustrativo y de «acompañamiento» para un tipo (en este caso yo) que habla.

Como veréis, la primera parte de la charla es esencialmente el desarrollo de las ideas que ya recogí en la presentación comercial de Digitalylcia. A continuación desarrollo los 8 pasos que veo que tienen sentido en un proceso de acercamiento a estas cosas de la «web 2.0»: estar, escuchar, participar, animar, crear, atraer, sensibilizar y sostener. Y finalmente una serie de puntos que tienen que ver con mi experiencia de ya cuatro años blogueando, una suerte de «lecciones aprendidas» sobre las que hemos ido hablando.
En el turno de preguntas y en el posterior picoteo, algunas cuestiones interesantes que tendré que ir desgranando… pero que darán para más posts.
Han estado grabando la intervención en video, así que espero que pronto haya testimonio gráfico: ya lo pondré, claro.
Actualización: El video ya está disponible

¿Has oído hablar de la revolución 2.0?

Siguiendo con mis inquietudes respecto a venderme y todo el proceso de desarrollo comercial para Digitalycia, una de las cosas que quería hacer era una «presentación comercial«. Cuando me puse manos a la obra con el powerpoint, empecé a notar los viejos tics: si seguía por ese camino, me iba a salir un texto pesado, tirando a formal, tradicional, con mucho bullet y palabrería consultoril… Y como ese estilo no me gusta nada como «consumidor», malamante iba a conseguir resultar atractivo para otros.
Así que me lié la manta a la cabeza y he preparado esta presentación un poco más dinámica. La idea es que sea autoexplicativa (es decir, que pueda circular por sí misma), por eso tiene tanto texto (aunque no mucho, creo). El objetivo es poner de forma directa sobre la mesa algunos puntos relevantes relacionados con el mundo 2.0 y su impacto en la empresa, y en cierta medida «incomodar» al lector y motivarle a que «quiera saber más». Soy muy consciente de que el tono pueda resultar exagerado (hablar de «revolución» y todo eso: aunque creo firmemente que lo es), pero así es más susceptible de llamar la atención, ¿no creéis?

Por supuesto, todo es susceptible de mejorar, y vuestras opiniones siempre serán bienvenidas. Y más por supuesto aún, si os gusta y queréis darle «publicidad»… pues más bienvenido todavía.